Al igual que tenemos personas de cuyo gusto nos solemos fiar, también las hay con preferencias tan opuestas a las nuestras que, si nos hablan muy mal de algo que hayan visto, tenemos la muy razonable corazonada de que a nosotros nos puede complacer.
Esto es también aplicable a las personas que escriben para los medios de comunicación, a algunas de las cuales, a fuerza de leerlas, les tenemos "tomada la medida", y por tanto a veces seguimos sus recomendaciones y otras hacemos exactamente lo contrario. Pienso que sería curioso centrarse en esto último.
Por ejemplo, recuerdo una crónica festivalera de Carlos Boyero en la que se despachaba a gusto contra "Lo que la verdad esconde" de Robert Zemeckis e incluía la frase "me recuerda al viejo y malísimo cine del italiano Dario Argento". Yo al leer aquello pensé: "con que sea solo la mitad de malo me conformo para que me guste" y decidí pasar por taquilla pese a que no veía una peli de Zemeckis hacía siglos. Huelga decir que la anti-propaganda funcionó y me lo pasé bastante bien.