Es que no es la típica película de romanos donde se tiran en un sillón a comer uvas, salen bailando esclavas semidesnudas (¿te has fijado en lo tapadita que va Sofía Loren en casi todas las escenas?), arrojan a los cristianos a los leones y los buenos zurran a los malos de lo lindo. Es una película de romanos atípica (¿en cuantas pelis de romanos has visto tú nieve?), introspectiva, filosófica, con monólogos internos, con personajes que no son (salvo, quizá, Marco Aurelio) ni del todo buenos ni del todo malos. Con unos decorados impresionantes, y una banda sonora de Dimitri Tiomkin que siempre me ha parecido de las mejores de toda la historia del cine. ¡Ah! y aunque la carrera de cuádrigas de Ben-Hur es espectacular, esta de bigas que hay aquí (coreografiada por el mismo especialista de la de Ben-Hur, el gran Yakima Canutt) es mucho más impresionante y tiene mayor dificultad porque están en campo abierto. Ahí queda eso.