Vista.
Gray vuelve a Queens en una escala más parecida a sus inicios para contarnos una historia con tintes autobiográficos.
Los lazos familiares vuelven a ser el núcleo principal de la historia, dónde Paul (alter ego del director), tiene que lidiar con mensajes contradictorios de cara a enfocar su futuro tanto personal (sus amistades) como profesional.
El fino estilo de Gray vuelve a mostrarnos su escala de grises, con personajes llenos de matices (incluidos los secundarios), lo que hace que no estemos ante personajes que representen una sola idea o emoción.
Eludiendo siempre los golpes de efecto, un diseño de producción cuidadísimo, un desarrollo de escenas a fuego lento (sin caer nunca en la morosidad) y tratando la realización personal desde la ambigüedad; con ese fatalismo tan suyo donde la diferencia de clases sigue presente; Gray sigue siendo un realizador tan fiel a sí mismo como una rara avis en el panorama actual.
De lo mejor del año.