Iniciado por
Sisifo2
A mí, sin embargo, "Los abandonados" me parece una de las mejores películas de terror de los últimos años. Eso sí, echará para atrás a todos los que van al cine buscando SOLO historias, porque el guión aquí es una mera excusa, y en muchos momentos parece de una gratuidad pasmosa.
La comparación que suelo poner: "Los abandonados" es al cine lo que el dark ambient (probad con algún disco de Lustmord, por ejemplo) es a la música. No trates de silbarlo, no trates de buscarle el estribillo pegadizo, nadie canta, ni ya puestos busques siquiera ritmo (fijate lo que digo: ritmo en la música) o melodía. No, el dark ambient no tiene nada de eso: es solo ambiente muy sugestivo. Por eso es un estilo de música muy minoritario, muy poco conocido de hecho, y al oyente no educado le puede parecer simplemente monotonía o incluso ruido. A lo que voy: "Los abandonados" de Nacho Cerdá es algo así, pero en película: una búsqueda de la impresión en el espectador por medio de las atmósferas. No es que diga: eh, mira que cuentecillo de miedo te cuento (de lo que trata... en realidad importa muy poco) sino que trata de envolverte por medio del sonido, de la fotografía, de los giros oníricos, de la planificación... De lo que es cine, en realidad.
Es una película condenada a fracasar, a no encontrar su espectador, un film muy arriesgado cuando lo sencillo habría sido hacer una de fantasmas al uso (a lo Balagueró). Pero "Los abandonados" ha sido concebida por tres tíos muy raros y muy oscuros: el propio Cerdá, y cómo no Richard Stanley y Karim Hussein (prodigiosa, e igual de extraña y ambiental, su "La Belle Bete", vista el Sitges 2006). Tres tipos más interesados en el mal rollo que en el susto, que han hecho lo que han podido, y que conmigo lo han conseguido, y he visto la película ya dos veces en pantalla grande: una en Sitges y otra en Madrid (muestra Sci Fi).
En una línea de ese subgénero que yo llamo Horror Absurdo, esa línea que yo habría seguido en "Silent Hill", eliminando toda explicación, eliminando asideros infantiles, solo locura pura y dura, cosas tremendas unas tras otras porque sí, como en los sueños (como en la vida, a veces), sólo mal rollo, ambiente, ruido, luz y oscuridad, lugares y situaciones. El miedo: una emoción del instante.