El cine actualmente se mueve por eventos. Es decir, acontecimientos calculados por los mismos espectadores. Se de lo que hablo porque lo veo todos los meses. Antiguamente las personas iban al cine una media de entre 2 y 4 veces por semana. Hablo de unas cuantas décadas atrás.
Ahora al tener diversidad a la hora de entretenerse el impacto cinematográfico a perdido fuelle con el paso de los años. Las familias, amigos, parejas y personas solitarias escogen cada año lo que quieren ir a ver en pantalla grande, y no lo hacen por eliminación, los movimientos están muy bien pensados. De esta forma lo que suelen seleccionar son films de gran presupuesto para que les den un buen espectáculo en imagen y sonido.
Para ello se acostumbran a ir a los cines con mejor equipación y aunque se tengan que gastar algo más de dinero, no les importa tanto porque como ya he comentado un poco más atrás, está considerado como algo muy especial. La saga Avatar entra dentro de estos cánones. Todo el mundo sabe que de guión anda coja y el argumento deja bastante que desear, pero el espectáculo que suele ofrecer Cameron en estos casos, está muy por encima de lo que se suele ver en salas cinematográficas.
El músculo técnico y artístico está a años luz de las propuestas de DC/MARVEL y o determinadas franquicias que no dan la talla en este aspecto. Para el espectador con el echo de pisar muy poco una sala de cine ya da por bueno el gasto que va a efectuar para pasar un buen rato, sentado en su butaca, comiendo unas palomitas y bebiendo un refresco.