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Oskis
La modesta The last Starfighter fue en su momento la primera película de la historia (1984) en la que todos sus efectos especiales estaban creados con CGI. La película pasó sin pena ni gloria porque simplemente es un rollazo. Es tan carca que parece de los años 70 y su originalidad argumental es prácticamente cero patatero. Ha quedado en el recuerdo como un titulillo infantiloide.
Sin embargo las CGI fueron evolucionando e incorporándose al cine, la publicidad y la televisión. En 1993 se estrenó Parque jurásico (excelente ejemplo de película comercial cojonuda) y supuso, ahora sí, la consolidación y popularización de las CGI como herramienta capaz de revolucionar el cine.
Con Avatar el viejo Hollywood ha evitado cometer los errores de The last Starfighter como vehículo comercial para presentar al gran público una nueva tecnología. En vez de hacer una película modesta se ha gastado 300 millones de dólares en un mastodonte dirigido por un director de mastodontes.
La idea que había que transmitir era: la nueva tecnología 3D ya está consolidada y tenemos nuevos sistemas de motion capture que nos permitirán crear lo nunca visto con unos costes razonables para estudios y salas de exhibición. Si te quedas en casa escribiendo en foros te lo vas a perder.
Independientemente del Hype generado por el propio Cameron y sus seguidores, Avatar ha conseguido un rotundo éxito de taquilla y recaudación para respaldar la inversión de Fox.
¿Cuál es el problema? El problema es Cameron. Un título con la "responsabilidad" de Avatar debería haber sido una épica gigantesca, una aventura trepidante, una historia de amor estremecedora, un film inolvidable que envejeciera con dignidad. Pero Cameron no ha filmado eso. No voy a repetir los argumentos que hemos dado los detractores de Avatar, pero quienes confiamos ilusionados desde el principio en este proyecto somos conscientes de la enorme oportunidad que ha desperdiciado Cameron para hacer una película fascinante.