Me acuerdo de una vez, de crío, que me reí un montón gracias a un hurón. Los adiestran para entrar en las madrigueras de los conejos, cazarlos y sacarlos, pero hay veces que pasan del adiestramiento, se zampan el conejo y como con la tripa llena se amodorran, se quedan en la madriguera a echar la siesta. Yo esto lo vi y recuerdo los juramentos que se echó el dueño y los cariñosos epítetos hacia el hurón. Al final creo que lo sacaron con humo.