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"Yo soy un "latin king"
Un miembro de esta banda juvenil relata cómo entro a formar parte de ella y cómo es su vida.
No quiere que lo reconozcan porque no le está permitido hablar de su organización y porque no está dispuesto a que los Ñetas, la banda rival, se fijen mucho en su cara. Por eso pide llamarse Adrián, se pone de espaldas, oculta los tatuajes de sus manos y, una vez hecha la foto, tira a una papelera de su barrio del sur de Madrid la camiseta vieja y la gorra -la gorra es tan importante como la camiseta- que ha usado para posar.
Después busca un rincón apartado y en una escalinata pelada al lado del metro cuenta el principio de esta historia: "Cuando llegué de Ecuador, en 2003, tenía 14 años y no conocía a nadie. En mi barrio de Guayaquil la vida era dura: nos drogábamos con pegamento y cuando estábamos puestos nos hacíamos cortes en el brazo con un cuchillo para que vieran que éramos valientes. Nos peleábamos mucho con otros barrios. Y en casa no había plata. Pero en Madrid fue peor: me pasé un año entero solo, sin amigos, bajando todas las tardes al parque, donde me quedaba sentado en un banco. Luego me iba a casa a ver televisión. Conocía a gente en el instituto, españoles y ecuatorianos, pero no salía con ellos, no tenía conversación. Eso sí fue duro".
Después prosigue: "Echaba mucho de menos a mis amigos y a mis primos de Ecuador. Mucho. Por eso, a los dos meses de estar en España les pedí a mis padres que me devolvieran con mis abuelos. Pero dijeron que no. Al año de estar aquí, en ese mismo parque, conocí a los Latin Kings. Me preguntaron si aguantaría todo por entrar, que me lo pensara. Les conteste que sí. Yo quería conocer gente".
Adrián dejó el instituto. Ahora trabaja de albañil. También su hermano y su padre. Su madre, que es ama de casa, no tiene ni idea de que tanto él como su hermano mayor pertenecen a los Latin Kings. Este grupo, compuesto de jóvenes de 13 a 22 años, la mayoría ecuatorianos, se mueve a caballo entre la pandilla juvenil y la secta religiosa. Sus reyertas con bandas rivales -sobre todo con sus enemigos íntimos, los Ñetas, de idénticas costumbres y extracción social- han acabado con chicos muertos a cuchilladas en Madrid y Barcelona.
Un mando policial experto en este tipo de pandillas aseguró el jueves que en la capital se cuentan más de 500 jóvenes miembros de estas bandas. Y que el número crece. De hecho, la Dirección General de Policía tiene previsto aumentar los agentes dedicados a controlarlos.
"Luego me pidieron para entrar como hermanito en observación 30 segundos de pared. Una pared es que te pones frente a un muro, te tapas tus partes con las manos y aguantas los puñetazos en el cuerpo que te da un rey o un suprema [rangos supe-riores] en el cuerpo y en las piernas. Así entré. Tenía que entregar tres euros a la semana, para el grupo, obedecer a los reyes o supremas y aprender la historia de los Latin Kings, que nacieron en Chicago en 1940. También aprendí nuestros saludos con las manos, las coronas de tres o cinco puntas", cuenta Adrián.
"Nos reunimos en parques, y siempre empiezan igual: nos colocamos pie contra pie, formando un círculo, y nos saludamos, nombrándonos con nuestra chapa [mote], luego los reyes preguntan qué tal en casa, si tenemos comida o sitio para dormir... Si no es así te ayudan. Hay grupos que te piden que robes para conseguir la cuota de la semana, y si no la consigues te dan una pared de 60 segundos, pero en el mío no. A mí me han castigado porque a veces he contestado a mi madre. Porque el padre y la madre son reyes y reinas y merecen respeto. Pasó el tiempo y ascendí: ahora soy aprobatoria juramentada. Y pronto seré rey", añade.
Cada tarde, al salir del trabajo, a las siete de la tarde, Adrián se junta con sus amigos ecuatorianos en el parque: varios de ellos pertenecen también a los Latin Kings. Los otros sólo son simpatizantes. Se sientan en el césped, beben cerveza, comen pipas y escuchan música con los cascos. Todos tienen la misma edad: de 15 a 18 años. Sus hermanos pequeños se han integrado algo mejor en España y siguen estudiando; sus padres, preocupados sobre todo en trabajar, también. Ellos, arrancados de su mundo y trasplantados a otro en plena adolescencia, no pertenecen ya a sus barrios de Guayaquil, pero tampoco a los nuevos de Carpetana, Vallecas, Aluche o Usera, donde siguen sintiéndose extranjeros. Por eso, aunque tienen zonas de influencia, su verdadero territorio es otro, y ni siquiera es un lugar físico o localizable en un mapa. Su territorio son los otros miembros del grupo: "Los Latin Kings no son una asociación, son una nación, son mi gente, los hermanitos somos la gente", explica Adrián.
"Hace meses vestíamos como latin kings, con pantalones anchos, con ropa negra y dorada. Ahora no: así evitamos a la policía. Además, también están los Ñetas. Yo, cuando voy a la zona de los Ñetas, en Vallecas, me visto como ellos. Con camisas blancas, rojas y azules, para que no me reconozcan", agrega.
Guerra con los Ñetas
La guerra con los Ñetas se arrastra desde hace décadas, y arrancó en Ecuador. En Madrid y en Barcelona se reproduce en una espiral de ataque-venganza-venganza de la venganza que tiende al infinito. Adrián no sabe ni cómo empezó ni por qué. Pero ya ha formado parte: "Yo tenía una novia ñeta que me vendió. Me citó a las nueve de la noche en el metro. Al llegar aparecieron cuatro ñetas. Ella les había avisado. Me pegué con ellos. Luego llegó un gajo de ñetas: por lo menos 30. Me botaron al suelo, me dieron patadas, puñetazos. Me quitaron el anillo, la gorra, me dejaron tirado, con los ojos hinchados y la boca partida. Ningún viajero me ayudó".
Algunas peleas acaban incluso peor: el 14 de noviembre, en una pelea contra los Ñetas en el barrio de Carabanchel, murió de una puñalada en el costado izquierdo un ecuatoriano de 20 años miembro de los Latin Kings, conocido como maestro. Desde entonces, en sus foros de Internet abundan frases así: "Tanto chicos como chicas lloran la muerte de un gran hermanito. El maestro ha muerto gracias a los Ñetas. Todos le lloran y todos vengarán su muerte".
Adrián resume así su venganza particular: "Desde que me pegaron yo les tengo hambre a los Ñetas. Y si me encuentro alguno en la calle, pues me lo cojo. Porque yo soy tranquilo, pero si me enfado y me hacen pelear, soy así, medio loco, y me enfado bien feo. Eso sí, yo solo contra otro, de hombre a hombre, de balón a balón".
En esto llega a la escalinata un amigo de Adrián. Se saludan chocando el puño derecho. Es un ñeta. O mejor, un ex ñeta. Tiene 17 años. Es simpático, hablador, lleva un pañuelo blanco azul y rojo en la frente. Cuenta que va a ser padre muy pronto. Su novia tiene quince años.
"No entiendo a los españoles, que tienen hijos a los 40 años", dice riéndose.
Adrián se lo explica: "Los españoles primero se buscan un futuro. Después tienen hijos. Y tú no tienes futuro. Ni yo".
Pero unos minutos después, hablando con el antiguo ñeta, a Adrián se le olvida lo del futuro: "¿Sabes? Dentro de poco seré rey".
Ellas también quieren ser 'reinas'
"TENGO 15 AÑOS, SOY ESPAÑOLA y entré en las latin queens cuando tenía 13", comenta en su casa de Madrid una chica que prefiere guardar su anonimato por una razón: "Los latin kings y las latin queens me persiguen por haberme ido sin pagar lo que pedían, 120 euros". La adolescente asegura que se metió en el grupo "por rebeldía, por estar en la calle y porque tenía 13 años y los chicos, los latin kings, me comieron la olla". Las latin queens son un subgrupo aparte de los latin kings, integrado sólo por mujeres. Tiene sus propias normas y sus propias jefas. "No puedes fumar hasta que no cumples los 18 años, y sólo te puedes enrollar con chicos latin kings. Si luego rompes con el chico, tienes que guardar un luto de seis meses y durante ese tiempo no liarte con nadie más", comenta. Incumplir alguna de estas normas acarreaba un castigo, una pared: "Te tenías que quedar quieta mientras una reina te pegaba durante 30 segundos, o 60, o tres minutos: te daba puñetazos en el cuerpo y bofetones en la cara".
Ahora, un año después de abandonar el grupo, su familia se ha mudado porque los antiguos compañeros siguen acosándola para que rescinda la deuda. "No quiero que pague por una razón de dignidad y porque, además, nadie me garantiza que mañana no pidan más dinero", dice la madre, que añade: "Mientras estuvo dentro, mi vida fue un infierno: durante fines de semana enteros no sabía dónde se metía mi hija. Luego volvía con los hombros morados de las palizas que recibía como castigo. No sabía dónde estaba Calatayud, pero sí por qué los latin kings hacían con las manos coronas de cinco puntas en homenaje a cinco compañeros que murieron en Ecuador en una batalla contra los ñetas".
Fuente: El País
10.07.05
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La Policía detecta que las bandas latinas de Madrid comienzan a armarse con pistolas
Informe policiales consultados por este diario revelan que podrían estar adquiriendo «pistolas detonadoras» para modificarlas y «conseguir que disparen fuego real»
Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, ante la creciente peligrosidad de las bandas de latinoamericanos en la capital, consideran la idea de reclutar inmigrantes para que se infiltren y actúen como «topos».
Uno de los objetivos fundamentales de las Fuerzas de Seguridad en la actualidad es intentar captar a ciudadanos latinoamericanos para que, como agentes policiales o sin necesidad de pertenecer al Cuerpo, se infiltren en las bandas latinas que operan en Madrid con una virulencia cada vez mayor. Informes policiales a los que ha tenido acceso LA RAZÓN constatan que «estamos ante un problema multicultural», por lo que expresa la necesidad de que «los Cuerpos de Seguridad y Servicios Públicos se doten de funcionarios que reflejen esta realidad».
De paisano o uniformados. En este sentido, destaca la conveniencia de realizar «servicios conjuntos en los lugares de reunión, locales de ocio, espacios públicos, salida de los alumnos de las escuelas, tanto con personal de paisano y/o uniformado». Y es que los enfrentamientos se producen cada vez con mayor frecuencia, como ha ocurrido esta semana, cuando en sólo 24 horas hubo dos reyertas de gran magnitud entre grupos rivales que se saldaron con un joven ecuatoriano muerto y otro herido de gravedad. De acuerdo con los informes consultados hay más de 500 miembros de los «Latin King» en la ciudad y unos 200 «Ñetas». Pero estas dos bandas ya no son las únicas: «Ya existen otras compuestas por grupos más reducidos, que han surgido por las escisiones que se han producido en los “Latin King”, entre ellas se destacan los “Rebel People”, “Latin Forever”, “Punto 40”, “Latin Brothers” y “Latinos de Fuego”».
Hasta ahora las bandas utilizaban en sus enfrentamientos armas blancas u otros objetos contundentes, pero la Policía ha activado la alerta roja: «Se está a la expectativa de que pudieran estar adquiriendo pistolas detonadoras para posteriormente modificarlas y conseguir que disparen fuego real».
La banda que más preocupa a las Fuerzas de Seguridad son los «Latin King», pues representan el grupo más organizado y violento. Sus jefes son sólo tres personas. el símbolo asociado al poder supremo está representado por una corona de cinco puntas, cada una de las cuales con un significado: respeto, honestidad, unidad, conocimiento y amor. Dentro de la estructura de mando, que es «rígida y piramidal» imitando a los reinos incaicos. En el vértice superior está el «Inca Supremo»; le sigue el «Cacique Supremo»; los «Coronas», que se ocupan de un aspecto de la banda como la economía, la seguridad o las armas; el «Rey», a cargo de un grupo de «Latin King»; los «Capítulos», que son los integrantes de un grupo; y los «Caballeros Negros y Oficiales», que se encargan de la seguridad. Los «Reyes» tienen como símbolo la corona de tres puntas, mientras que el puño identifica a los militantes de base.
En cambio, «Los Ñetas», no se consideran una banda, sino una asociación que lucha contra los abusos, que en la Comunidad de Madrid se localizan en el distrito de Vallecas. La Policía ha podido comprobar que «su grado de organización no llega a ser del mismo nivel que los “Latin King”». Sus miembros están registrados con una ficha personalizada, donde constan sus datos personales, antecedentes penales y policiales, fotografía e incluso posibles enfermedades. Las pesquisas policiales realizadas han detectado que, principalmente en el distrito de Puente de Vallecas, los integrantes de esta banda gozan de buena relación con los técnicos de prevención del Ayuntamiento, con los que participan de manera activa en acontecimientos de carácter lúdico organizados para menores, como por ejemplo “La Noche más Joven”», destacan los informes consultados.
Ecuatorianos y dominicanos. Aunque el origen de esta banda es puertorriqueño, «sus miembros proceden de la inmigración ecuatoriana y dominicana». Para ser militante hay que transitar un camino difícil que se explica en uno de los informes: «Diferencian entre un amigo y un miembro de la banda. Se ha de conocer bien al aspirante, después de acudir a las reuniones, dejarse ver y hacerse conocer, entonces se cuenta con ellos y pasan a formar parte de la familia. Esta es la diferencia entre amigos y hermanitos. Por un miembro de “Los Ñetas” se está dispuesto a dar la vida».
Otra de las bandas que preocupa a las Fuerzas de Seguridad es «Latinos de Fuego». La Policía Municipal cree que «este grupo comenzó a formarse entre 2002-2003. Sus integrantes son principalmente hispanoamericanos, encontrándose entre ellos algunos españoles». El símbolo que utilizan está formado por las letras L y F y su saludo consiste en formar una L con los dedos pulgar e índice, (tipo pistola), y cruzarlos con los de la otra persona. En su indumentaria visten collares y pulseras con barriles y dependiendo del número que lleven, indica el lugar jerárquico que ocupan en la banda. Sus colores son el rojo, que significa fuego y sangre; azul, el cielo y el mar; transparente, ilumina salir adelante; verde, la pureza y la naturaleza. Otro de los detalles que se explica en uno de los informes es la forma de incorporarse a esta banda: «Se tienen que realizar diversas pruebas de resistencia física, siendo las más agresivas: apagarse un cigarro en la parte interior del antebrazo y recibir una paliza del resto del grupo» que consiste en estar en el centro de un círculo y recibir golpes con correas de los demás integrantes. Hasta el momento, «sólo se conoce su participación en alguna reyerta y agresiones con lesión».
El entorno social en la Comunidad de Madrid está cambiando, sobre todo «por la globalización y el flujo migratorio», como señala uno de los informes sobre la presencia de las bandas latinas en nuestra ciudad. Las causas que provocan la violencia entre estos grupos son las mismas que pueden desencadenar disputas entre individuos, aunque en este caso constituye un fenómeno más complejo por formar parte de un grupo, lo que los hace sentirse más fuertes.
Algunos de estos muchachos dicen que quieren «sentirse como en casa» y otros asumen «acciones de autodefensa, ante lo que consideran un ambiente hostil», en el cual intentan reafirmar la personalidad de los integrantes de estas bandas», que buscan «un reconocimiento muy alejado del éxito académico o laboral», destaca uno de los textos. Conciben la violencia como valor predominante del honor, la fuerza y el respeto. «Sus miembros son menores de edad y jóvenes de ambos sexos que dicen defender sus señas de identidad latina frente a la exclusión por xenofobia o racismo. Sus acciones las justifican a través de una visión de luchar contra la injusticia utilizando la violencia entre los grupos y manteniendo una rivalidad acérrima por la lucha de los territorios que controlan en la ciudad».
La Policía Municipal comenzó a estudiar el comportamiento de estas bandas desde finales de 2003 por el trabajo de los Agentes Tutores en los colegios. Tras un seguimiento en el entorno escolar de algunos menores ha sido posible detectar la pertenencia a los «Latin King» o «Los Ñetas».
Su actitud es desafiante y provocadora, así como prepotente y se sienten impunes, por ello no dudan en actuar en grupo, a plena luz del día, en parques y en los entornos escolares, lo que ha disparado las alarmas y el temor entre varias comunidades de ciudadanos.
Los blancos de su violencia, sus víctimas no responden a un determinado perfil. «Pueden ser personas elegidas aleatoriamente, incluso de su misma nacionalidad; parejas que están dentro de sus coches estacionados en zonas poco transitadas; personal de locales comerciales pequeños de barrio; estudiantes en sus centros educativos, cuyos rasgos de personalidad más frecuentes son la debilidad, inseguridad, ansiedad, sensibilidad, timidez, con bajos niveles de autoestima y menos fuerza física. Si alguno de estos menores es captado por la banda, será de forma voluntaria, aunque poco a poco mostrarán alteraciones de conducta, como cambios en el carácter con tendencia a la agresividad, no aceptarán las normas de convivencia social en el hogar, se despreocuparán de los estudios, un reiterado absentismo escolar y, en un momento podría abandonar el domicilio familiar.
Las candidatas, obligadas a tener sexo con los jefes
El ingreso en las organizaciones es voluntario, pero sus responsables exigen a sus miembros "pleno sometimiento con lealtad y obediencia, prestar juramento, sometiendo a los aspirante a distintas pruebas para obtener méritos, que para el caso de las mujeres pueden ser de índole sexual", según los informes policiales consultados. A este respecto, uno de los informes es más concreto: "A las mujeres que intentan acceder a la banda, en alguna ocasión se les obliga a realizar ciertas pruebas sexuales a favor de los jefes".
Uno de los aspectos relevantes de su financiación. cada miembro de la banda entrega "entre uno, tres o seis euros por semana al líder de su capítulos, y éste pasa de 50 a 80 euros al mando central de la banda". Si un miembro recluta a varios chicos puede recibir de sus jefes unas zapatillas, camiseta o una cazadora como recompensa". Además de las agresiones sexuales mencionadas, los líderes de la banda se reservan el uso de la violencia cuando alguien se niega a ser captado por la organización o cuando un miembro quiere salir de ella. En estos casos las palizas son muy severas. También se dan palizas a "iniciados" para probar su hombría y lealtad al grupo.
Los colegios e institutos, blanco predilecto de las bandas
Los expertos destacan la importancia de que los padres se impliquen en el control de sus hijos porque «la mejor defensa está en el hogar»
Los colegios son unos de los blancos predilectos de las bandas latinas. Cuando las agujas del reloj indican las dos de la tarde, significa que llegó la hora de captar miembros para sus grupos. En uno de los informes consultados por este diario se señala: «La captación está dirigida a menores de 13 a 17 años, que no tienen que ser necesariamente sudamericanos, aceptan españoles y de otras nacionalidades». Más adelante en el texto se apunta que «los “Latin King” buscan menores con problemas familiares y de adaptación escolar, preferiblemente ecuatorianos y colombianos».
Prevención. Las investigaciones policiales indican que «la información disponible hasta hoy, es como mínimo, muy limitada; por parte de la Administración educativa no se ha hecho más que empezar en cuanto a la puesta en marcha de programas o planes de acción para la prevención y tratamiento de dichos fenómenos». El texto señala que «en torno al 30 o 40 por ciento del alumnado manifiesta que se ve envuelto alguna vez en situaciones de maltrato, bien como agresor o como víctima». La Policía Municipal, los Servicios Sociales y los educadores están cada vez más conscientes de la envergadura del problema tan grave que están provocando las bandas latinas en el entorno escolar. «Investigaciones en estudiantes de secundaria sugieren que la exclusión social puede ser el origen de la violencia e intolerancia. Los jóvenes que se identifican con bandas intolerantes y violentas se diferencian además del resto de sus compañeros de clase por: razonar en situación de conflicto de forma más primitiva (individualista y absolutista); justifican la violencia y la utilizan con más frecuencia; se llevan mal con los profesores, son rechazados por los otros chicos de la clase y son percibidos como agresivos con fuerte necesidad de protagonismo, inmaduros, antipáticos y con dificultad para comprender la debilidad de los demás. Perfil que refleja como causas posibles de la intolerancia y la violencia la dificultad para sentirse aceptado y reconocido por la escuela y el sistema social en el que se incluye».
El 092 ha recibido avisos de los directores de varios centros educativos, así como de los ciudadanos que viven en los alrededores de colegios. «A la salida de clases, son cada vez más frecuentes las reyertas entre grupos de alumnos. Grupos que, en principio, no parecen corresponderse con las bandas, pero en los que sí se dan los enfrentamientos de carácter muy violento y de índole racial». Gracias al trabajo de los Agentes Tutores se han podido detectar en los centros escolares alumnos que pertenecen a las bandas organizadas, lo que ha permitido identificar a varios de sus miembros.
Los grupos más predominantes en Madrid «provocan enfrentamientos con los alumnos de otros centros o en el suyo propio. Recurren al acoso, extorsión, chantaje y a la agresión física, sobre todo hacia los jóvenes que han pertenecido a estas bandas e intentan dejarlas, así como a otros se les ofrece la posibilidad de pertenecer, pero la rechazan», explica uno de los informes.
Las Fuerzas de Seguridad insisten en que «los elementos principales para evitar que los menores sean captados por estas bandas es la implicación de los padres en el control de los hijos. La mejor defensa se debería encontrar en el hogar, donde los padres deben observar que no aparezca ningún indicador en los artículos personales de los jóvenes, en el colorido de la ropa, en el conocimiento de los amigos y compañías que frecuentan y, sobre todo, los cambios de conducta que les pueden dar indicios sobre su pertenencia a alguna de estas bandas».
Los Agentes Tutores han reiterado a la Policía que «algunos directores de centros escolares se niegan a aceptar que en sus escuelas se están dando problemas de violencia con la intención de no crear “mala fama” a su colegio o instituto. Asimismo suele darse la denominada “Conspiración de Silencio” sobre estas situaciones, incluidas las de tipo psicológico, y las distintas modalidades de acoso (racista, sexista...) en la que tanto las víctimas como los observadores pasivos parecen aliarse con los agresores, que al no denunciarlas tienden a provocar que estas sean cada vez más graves». Por todo ello, las Fuerzas de Seguridad necesitan contar con jóvenes que informen a sus tutores de este tipo de situaciones. A su vez, necesitan el apoyo de sus padres para enfrentar las consecuencias de su colaboración y no sentir miedo. En uno de los informes se explica: «Los centros educativos deben reconocer las situaciones violentas que se producen; hacer encuestas para detectar problemas visibles y activar canales seguros y secretos de comunicación entre la dirección o los tutores y los alumnos».
Fuente: La Razón
18.09.05
Un saludo :palomitas