Y en el Pacificador da gusto escuchar los violines hiperactivos, con las maderas doblandolos y las flautas volviendose locas... luego no se qué paso con la sección de viento madera que desapareció casi por completo en las bandas sonoras de la factoría.
Son trabajos sorprendentemente orgánicos, potentes.
Si, Zimmer tiene personalidad y talento, ya desde su primera etapa. Negarlo es injusto, y yo a veces he pecado de eso, lo reconozco.