En realidad el cine en 3D es bastante antiguo y comenzó en 1890, mucho antes de la llegada del color. El sistema anaglifo (con las gafas de dos colores) utilizaba un sólo proyector y proporcionaba imagenes en blanco y negro (no muy puro, ciertamente).
Polaroid patentó los filtros polarizados que permitían ver los colores. El sistema, popularizado en los años 50, utilizaba dos proyectores (cada uno de los cuales proyectaba una perspectiva y polarización diferente), y el inconveniente estribaba en que resultaba difícil mantener la sincronización y cualquier rotura en una de las películas debía ser compensada por un corte idéntico en la otra. Además era necesaria una pantalla especial para obtener la polarización.
Pero, en realidad, todas las películas en 3D que se rodaron en los 50 ("Crimen perfecto", "Los crímenes del museo de cera", "Fort Ty", etc) usaron, con mayor o menor fortuna en sus resultados, el sistema de polarización, no el primitivo anaglifo de gafas bicolor.
Más tarde, ya en los años 60, se consiguió eliminar los inconvenientes de la doble proyección mediante una sola tira de celuloide que incluía ambas polarizaciones, pero para entonces se había pasado la novedad, el público estaba cansado de los inconvenientes de las gafas, se había impuesto la TV y había llegado el Cinemascope para tratar de ofrecer más espectáculo, y los estudios arrinconaron la filmación de películas en 3D.