En ningún momento critico la decisión del personaje de distribuir su creatividad por el medio que quiera. Sería absurdo que lo hiciera. Lo que sí me pareció chocante es la interna contradicción de la obra. John Carney podría haber optado por hacer algo similar a lo que hace su personaje: utilizar actores desconocidos o semidesconocidos, grabados con lo mínimo de lo mínimo, sin decorados construidos exprofeso y con presupuesto casi cero. Y, una vez grabada, distribuida por canales exclusivamente digitales y sin más promoción que el boca a boca (o el foro a foro). Sin embargo él, al contrario que el personaje de Keira, sí opta por subir al escenario cuando Adam Levine le guiña el ojo. Utiliza actores de reconocido prestigio acompañados de una estrella rock y nada de grabar en la azotea de su casa con cámaras no profesionales. Utiliza, como es habitual, lo mejor en todos los aspectos, hasta en lo técnico, y eso es lo contrario a lo que se defiende en la película, donde las grabaciones son caseras. Me gustaría saber si realmente esa bso se ha grabado en medio de un parque o un callejón, como en la película, y se venderá por un euro. Me la compro ya.
Y me choca porque el mundo de la música es como la del cine. Ha vivido durante muchos años de un modelo de producción-distribución que agoniza lentamente y que él mismo satiriza en la película. Pero curiosamente él mismo lo está utilizando. No es algo en sí malo. No es malo subirse al escenario y acompañar al Levine para cantar la canción a dúo. Yo tambien lo haría: si alguien me ofrece este plantel de actores y un equipo profesional ¿cómo voy a desaprovechar la oportunidad? Pero evitaría luego dar lecciones sobre la pureza del arte: ya me he manchado. Pero como se mancharon Ford, Hawks o Lean y todos admiramos sus obras. En si, ya he dicho, no es algo malo.