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Tema: TODO sobre Bette Davis, la más grande entre las grandes

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  1. #1
    Senior Member Avatar de Alcaudón
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    Predeterminado Re: TODO sobre Bette Davis, la más grande entre las grandes.

    Después de la entrega (¿semanal?) del rincón Terence Fisher/Hammer ya me he puesto con la reseña de THE MAN WHO PLAYED GOD, primera película de la Davis para la Warner.

    Ya adelanto que la misma no es como para tirar cohetes aunque se deja ver.

    George Arliss es un actor hoy completamente olvidado pese a haber ganado en 1930 el Oscar.

    Y Bette Davis tiene una pequeño papel. Un simple esbozo (ni siquiera eso, a decir verdad) de lo que estaba por venir.

    Espero tenerla lista para hoy mismo.


  2. #2
    sabio Avatar de hannaben
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    Predeterminado Re: TODO sobre Bette Davis, la más grande entre las grandes.

    Querido Alcaudón la primera que tiene las reviews paradas...servidooraaa

    Excepto el cine italiano y alguna de la tele...así que sin prisa-sin pausa.Tu haces la review te sigo anda! que el Arliss este menuda peli cursi se marca...en fin Bette sale favorecida me da que la otra que hicieron es más dinámica,nada dificil eh


    Que recuerde aunque ella no está satisfecha de ningun rol hasta CAUTIVO DEL DESEO.

    Me gustan vistas ya con un rol aceptable (no cameo)

    Three on a Match (Tres vidas de mujer, 1932).
    Ex-lady (1933).
    El altar de la moda (1934).

  3. #3
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    Predeterminado Re: TODO sobre Bette Davis, la más grande entre las grandes.











  4. #4
    sabio Avatar de hannaben
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    Predeterminado Re: TODO sobre Bette Davis, la más grande entre las grandes.

    Stardust: The Bette Davis Story











    ...

    Ida Lupino and Olivia de Havilland visit Bette on the set of OLD ACQUAINTANCE (1943).

    Última edición por hannaben; 24/08/2021 a las 09:41

  5. #5
    Senior Member Avatar de Alcaudón
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    Predeterminado Re: TODO sobre Bette Davis, la más grande entre las grandes.

    Caminante, no hay camino,

    se hace camino al andar


    o

    THE MAN WHO PLAYED GOD (1932, LA OCULTA PROVIDENCIA)



    Director: John G. Adolfi.

    Producción: Warner Bros. Pictures, Inc. and The Vitaphone Corp.

    Distribución: Warner Bros. Pictures, Inc.

    Productor: Darryl F. Zanuck (no acreditado).

    Guion: Julian Josephson y Maude Howell, basado en la obra teatral “The Silent Voice” de Jules Eckert Goodman (Nueva York, 29 de diciembre de 1914), la cual a su vez tomaba como base la historia “The Man Who Played God” de Gouverneur Morris (Cosmopolitan, enero de 1912).

    Dirección artística: Jack Okey.

    Fotografía: James Van Trees, en blanco y negro (1.37:1).

    Música: -

    Montaje: William Holmes.

    Reparto: George Arliss (Montgomery Royle), Violet Heming (Mildred Miller), Bette Davis (Grace Blair), André Luguet (El rey), Louise Closer Hale (Florence Royle) y Donald Cook (Harold Van Adam).

    Duración: 1 h 19 m 58 s.

    Estreno: 20 de febrero de 1932.



    Primera película de Bette Davis para el estudio que la encumbraría, la Warner y en el que permanecería (salvo un par de fugas – las magníficas CAUTIVO DEL DESEO (1934), de John Cromwell (para la RKO) y LA LOBA (1941), de William Wyler (para Samuel Goldwyn) -) hasta 1949, aunque más adelante volvería a colaborar con el mismo de forma puntual.

    Si hasta ahora EL PUENTE DE WATERLOO (1931), de James “Frankenstein” Whale es de lejos la mejor película de lo que vamos de revisión, al menos de aquellas a las que he podido acceder y a pesar de lo escueto de su papel, lo contrario podría aplicarse en el caso de LA OCULTA PROVIDENCIA (título ciertamente feo frente al mucho más sugerente de EL HOMBRE QUE JUGABA A SER DIOS, pero donde manda capitán no manda marinero...).

    Y es que la cinta dirigida por el hoy completamente olvidado John G(ustav) Adolfi (1881-1933) – que como podéis ver murió al año siguiente del estreno de la misma – a pesar de haberse rodado en la denominada etapa Pre-Code tiene un tufillo moralizante ciertamente molesto acentuado además por el tono excesivamente teatral que el director aplicó a la hora de la puesta en escena.

    Igualmente el excesivo protagonismo del actor británico (por cierto, el primero en ganar un Oscar) George Arliss (1868-1946) opaca al resto del reparto, incluida una Bette Davis que ya apuntaba maneras.



    Aunque al igual que Adolfi y a pesar del citado Oscar (en 1930 – aunque fuese la edición de 1931 – por DISRAELI) Arliss es hoy en día un actor escasamente (re)conocido incluso por los aficionados al cine clásico norteamericano (léase, un servidor), lo cierto es que fue uno de las estrellas más poderosas de la Warner, hasta el punto de tener una unidad de producción autónoma a su servicio.

    Además director y actor congeniaron desde un principio de tal forma que Arliss se negó a trabajar con ningún otro realizador más que con él y de esta forma encadenaron siete películas juntos de forma consecutiva, desde THE MILLIONAIRE (1931) hasta VOLTAIRE (1933). Una colaboración que sólo se rompió por la muerte de Adolfi en dicho año.

    Al parecer a Arliss le gustaba repetir papeles puesto que encarnó al primer ministro de Reino Unido, Benjamin Disraeli (1804-1961) en dos ocasiones (1921 y 1929) y a Montgomery Royle, el protagonista de la cinta hoy comentada, en otras dos (1922 y 1932).



    Como antes indicaba, EL HOMBRE QUE JUGABA A SER DIOS (permitídme la licencia), se basa en la obra teatral de Jules Eckert Goodman (1876-1962) “The Silent Voice” [“La voz silenciosa”], estrenada en Broadway, en el Liberty Theatre, el 29 de diciembre de 1914 y que permaneció en dicho teatro hasta el 19 de marzo de 1915, con un total de 71 representaciones.

    - Ese mismo año, 1915, el director William J. Bowman llevó a la gran pantalla la primera de las cuatro adaptaciones que de la obra de teatro – más que del relato original – se han hecho de la misma.

    El protagonista, Francis X. Bushman (1883-1966), encarnaría a Messala en la versión de 1925 de la novela “Ben-Hur”, seguramente su papel más recordado hoy en día.

    Una espléndida película, por cierto, con la secuencia del nacimiento de Jesús rodada en Technicolor de dos tiras y en la que intervino un tal William Wyler en labores de director de segunda unidad en la famosa secuencia (todavía no superada) de la carrera de cuádrigas. -

    La misma tomaba como base una narración de Gouverneur Morris IV (1876-1953), bisnieto del mismísimo Gouverneur Morris (se entiende que I) (1752-1816), uno de los padres fundadores de los EUA y aparecida en la popular revista Cosmopolitan del magnate de la prensa William Randolph Hearst en el mes de enero de 1912.



    Dado que Arliss ya había interpretado el personaje en la versión de 1922 intuyo no tuvo excesivas dificultades en volver a retomarlo diez años después.

    Una historia que transcurre en tres localizaciones, París, Nueva York y Santa Bárbara, en California.

    Como decía, el protagonismo de Arliss es absoluto y lo mejor de la película es su interacción con su criado (o ayudante de cámara, si nos ponemos finos), Battle, interpretado por Ivan F. Simpson (1875-1951), uno de esos actores secundarios (ahora diríamos que de reparto) que trufaban los mejores (aunque no sea este el caso) títulos del cine clásico norteamericano.



    Bette Davis, que en 1932 trabajó nada menos que en nueve películas para la Warner, encarna a Grace, pupila del famoso pianista (¡y violinista!) Montgomery Royle (Arliss) que está dando una serie de conciertos en París y del que está profundamente enamorada.

    A pesar de la diferencia de edad (50 vs. 20 – aunque en la vida real él le llevaba a ella 40 (y además se nota y mucho, aunque él mismo reconoce que podría ser su abuelo (sic)) -) él también se verá atraído por la belleza y la inocencia de la joven.



    La promesa que Montgomery le hace a Grace de que si en seis meses esta sigue pensando igual se casará con ella será bruscamente rota por un hecho (aparentemente) fortuito.

    Y es que después de uno sus conciertos al que pensaba asistir uno de esos monarcas ruritanos que poblaban la Europa imaginada por el Hollywood clásico, un atentado con bomba para acabar con su vida deja a Montgomery completamente sordo.

    Tal vez el momento más bello de toda la película se produce cuando Montgomery intenta retomar el pequeño recital que estaba dando al citado monarca y a sus invitados justo después de la explosión y en el que se da cuenta de que ya no oye la música que toca a pesar de que aporrea las teclas del piano con toda la fuerza de que es capaz. Después del último acorde que me recuerda a aquel otro prodigioso del final de “A Day in the Life” de The Beatles (“Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, 1967) - ¿quién decía que no se podía mencionar al cuarteto de Liverpool en una reseña de cine clásico? - el director pone a prueba los límites de recogida del sonido ambiental de los (precarios) sistemas de la época dilatando el mismo hasta Júpiter y más allá del infinito y el rostro del protagonista convertido en una máscara de piedra.



    Como digo, sólo por ese breve momento, la cinta merece la pena.

    Es una lástima, no obstante, que un uso tan creativo del sonido (o en este caso, mejor dicho, de la ausencia del mismo) no tenga mayor continuidad en la trama.

    La mayor innovación que sufrió el Séptimo Arte a lo largo de toda su historia tardó en ser asimilada por los cineastas, incluidos los más grandes, salvo excepciones, como Howard Hawks (EL TERROR DEL HAMPA (1932) o William A. Wellman (THE PUBLIC ENEMY (1931)).

    La película, debido a la procedencia del texto original, tiene sobreabundancia de diálogos y ello redunda negativamente en el ritmo de la misma.



    Bette Davis encarna a un personaje que casi podría ser un esbozo, aunque muy esquemático, de los papeles que más tarde la harían famosa.

    Sin embargo, el personaje que encarna la actriz carece de ese punto (puntazo, diría yo) de malicia (maldad, volvería a remarcar yo) que la harían tan famosa.

    Y es que a pesar de que la atracción que ella siente por él parece ser debida más a su fama como pianista de primera fila que por lo que siente por él, lo cierto es que al final optará por renunciar a su verdadero amor, el atractivo (y joven) Harold (un Donald Cook que había encarnado al hermano – bueno – de James Cagney en la citada película de Wellman), para no romper la promesa (y el corazón) de Montgomery.



    La presencia de una antigua novia de este, Mildred (Violet Heming), volverá a poner las cosas en su sitio, a pesar de que la cinta elude completamente la rivalidad entre ambas féminas por el amor del pianista.

    Como decía al principio esta película de Pre-Code tiene más bien poco.

    Una profunda religiosidad empapa toda la película desde su principio.

    Y es que antes de que Montgomery se quede sordo su comentario acerca que esa dolencia es hereditaria en su familia tiene un carácter ciertamente profético.

    El protagonista, un hombre creyente aunque no religioso, parece abjurar de Dios.



    De regreso a Nueva York aprenderá no la lengua de signos, como hubiese sido lógico, sino a leer los labios de sus interlocutores.

    - En realidad, como pronto veremos, ese es un ardid para que el resto de la historia tenga algo de lógica. -

    Después de un intento de suicidio (este sí que era un tema prohibido por el Código de Producción imperante a partir de 1934) evitado in extremis por su fiel Battle...



    ... y después de una especie de visión celestial, se encargará con el uso de unos pequeños prismáticos (regalo de su prometida) y a modo de James Stewart en LA VENTANA INDISCRETA (1954), de espiar a sus conciudadanos desde el balcón de su enorme (y céntrica) mansión, para de esta forma hacer de ángel de la guarda (como Clarence (Henry Traves) en ¡QUÉ BELLO ES VIVIR! (1946), junto a… James Stewart) ayudando a diestro y siniestro a todos aquellos menesterosos, especialmente jóvenes parejas, que pasean por el parque y que se ponen al alcance de su vista.



    Entre dichas parejas podemos ver a un bisoño Ray Milland (1907-1986), que pronto se convertiría en una de las estrellas más famosas de la Paramount, la más poderosa de las Cinco Grandes.



    - Y un actor al que he reconocido antes por la voz - una espléndida voz - antes de ver su rostro.

    Por cierto, se me está ocurriendo un miniciclo de las (pocas) películas que Milland dirigió y que sería francamente jugoso dada la calidad de las mismas... -

    A pesar de todos los dimes y diretes...





    ... la película acabará de la forma más ortodoxa posible:





    Montgomery se casará con Mildred y Grace lo hará con Harold.

    Y, por supuesto, el protagonista se reconciliará con Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra...

    ... como Dios manda...

    Y colorín colorado este cuento (con moralina) se ha acabado.

    Próxima entrega del coleccionable:

    SO BIG (1932), de William A. Wellman, con el aliciente de estar protagonizada por la inmarcesible Barbara Stanwyck y donde además trabajaron por primera vez juntos, pero no revueltos, Bette Davis y George Brent. Una colaboración que se extendió a lo largo de 11 películas.

    Feliz tarde a tod@s.





    Veamos...

    ... ahora le toca el turno a Fritz Lang...

    Última edición por Alcaudón; 24/08/2021 a las 20:37

  6. #6
    gurú Avatar de Otto+
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    Predeterminado Re: TODO sobre Bette Davis, la más grande entre las grandes.

    Cita Iniciado por Alcaudón Ver mensaje
    Después de la entrega (¿semanal?) del rincón Terence Fisher/Hammer ya me he puesto con la reseña de THE MAN WHO PLAYED GOD, primera película de la Davis para la Warner.

    Ya adelanto que la misma no es como para tirar cohetes aunque se deja ver.

    George Arliss es un actor hoy completamente olvidado pese a haber ganado en 1930 el Oscar.

    Y Bette Davis tiene una pequeño papel. Un simple esbozo (ni siquiera eso, a decir verdad) de lo que estaba por venir.

    Espero tenerla lista para hoy mismo.

    Esta semana que viene inscribo mi primera bette-reseña: bien Esclavos de la tierra, bien 20.000 años en Sing-Sing. Una de las dos caerá, siendo ambas de Michael Curtiz y estrenadas en 1932. Aún no es protagonista absoluta pero ya llegará.... me inclino más por la primera.

    Da gusto reseñar un film de una hora y cuarto, en comparación con las duraciones que nos aguardan en el ciclo de Fritz Lang.

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