Cutre, pero cutre de verdad, y debería ser impropio de esta marca que trata de preservar su legado, dirán. Espantoso visualmente, la saturación de color en ese entorno tan momificadamente digital hace que la retina sufra. La gran D permanece estable dentro de su estado comatoso en el plano creativo, y en su logística, tiene sus grandes charcos. Esta peli parece hechar para pasar el "cepillo" en la parroquia. Soy neutral en lo que respecta a Disney, pero esta deriva -más allá de su expandimiento capitalista neo-conservador- me resulta desalentadora. Se busca genio para la lámpara.
Y luesgo dicen de Microsoft y sus Windows = Disney y sus films.




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