No es raro que los biopics se centren en un aspecto o historia en vez de toda la vida laboral o personal del personaje en cuestión. Y puede haber casos donde se justifique bien, porque han decidido tratar un episodio concreto que resulta interesante y coherente en sí mismo. Pero lo habitual es que las intenciones de tomar una sola parte de la historia o incluso alterarla sean poco justificadas, meramente melodramáticas.
Este es uno de esos casos. Es una pena que se dejen en el tintero cosas más importantes en favor del sensacionalismo. Los autores, novela y película, se obsesionan con el lado sórdido, con victimizar a Norma, aunque ello implique evitar mostrar su lado más intelectual e independiente. Toda la parte en que torea a los estudios, se monta su propia productora, sus propias pelis, la colman a premios, consigue contratos más jugosos... la omiten por completo porque no encaja en esta visión retorcida de su vida, una vida ya de por sí fascinante como para tener que enfatizarla de manera tan manipuladora.
El estilo elegido para la película también es chocante. Hay tramos donde Dominik acierta en el estilo centrado en primerísima persona, con fotografía y juegos audiovisuales sobrecargados para reforzar el viaje emocional de la protagonista. En otras parte todo resulta demasiado artificial, sin dejar claro qué está intentando contar. Los cambios de blanco y negro y formato de fotografía no tienen ni pies ni cabeza.
Es una cinta muy, muy irregular, y sumado a su injustificada duración, se hace bastante pesada.
Para mí, una curiosidad fallida, otra más del realizador, porque Jesse James y Mátalos suavemente también rozaron el desastre.




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