La luz no se me encendía ni a tiros, hasta... que cambié las pilas.

¿Os ha venido también con las pilas agotas?


Por cierto, menos mal que el mismo día llegó la caja de Sonrisas y Lágrimas, y apaciguó los ánimos de la reina del hogar (o más bien la encandiló totalmente).

Eso si, me ha pedido que los retoños no vean esa cosa, que no duermen. La pondré alta en la estantería.