Hay quienes se sienten molestos por el ultraje cerúleo de Arnold y el Predator. Yo, entre ellos. Pero me indigno más con la lejía de Drácula. Y es que hay una diferencia notable: todos podemos tener la edición granuda de Arnold y el Predator; pero me temo que tendremos que acostumbrarnos a la sacarina... ¡Perdón! A la lejía quería decir.




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. La música de John Williams es la leche. Es como si Darth Vader se hubiera vuelto vampiro, para que te hagas una idea: o sea, como si Darth Vader molara todavía más. Bueno, y la fotografía es la leche (a pesar de esa manía de desteñirla), y los diálogos, y la ambientación, y Drácula...Todo es la leche (bueno, todo menos Laurence Oliver y Donald Pleasance en plan abuelitos tontorrones: el segundo casi se carga la peli entera el solo). Pero lo demás, es la leche. Mucho más coherente y con un aire de clasicismo del otros Dráculas posteriores más aclamados (no miro a nadie, Mr. Coppola) carecen, y con un Drácula más poderoso y consistente que otros posteriores supuestamente más desarrollados como personaje y con toda una historia detrás.



. Los rojos de la sangre, las pálidas caras de los vampiros, el traje negro de Drácula, el azul de ciertas estancias...Decididamente, Drácula ha bebido lejía, y no sangre. Habrá que mandarle al payaso de Micolor:


