¿Cuántas veces se ha producido el mismo bucle sobre estas ediciones?
En fin, probemos a opinar una vez más.
Discrepo de la propuesta o deseo de prohibir la libre opinión de los foreros sobre cualquier asunto (siempre, claro, que no se incurra en los temas obvios: apología del terrorismo, del racismo, etc). Los problemas no dejan de existir porque se impida hablar de ellos.
Se tiende a pensar que este foro es una especie de centro del mundo del DVD, como si sólo los foreros comprasen o justificaran la edición de material. Aquí se opina, se informa, se discute, pero ni somos todos los compradores ni tenemos ningún voto decisivo o influencia sobre nada (ni siquiera sobre las carátulas de las ediciones).
En mi opinión, la inmensa mayoría de los que compran una película lo hacen exclusivamente porque les apetece tener esa película, y ni saben ni, si me apuras, les interesa saber quién la ha lanzado al mercado o en qué soporte está grabada. Les gusta una película, está a la venta, la compran en su tienda habitual y punto. Podemos estimar esta actitud como temeraria, poco responsable o lo que creamos oportuno, pero la gente tiene libertad para comprar lo que le parezca conveniente y, mientras los juzgados no dictaminen lo contrario, están adquiriendo un producto legal, que se fabrica, distribuye y vende como tal. ¿Porqué habrían de investigar más sobre sus licencias y trámites legales que cuando compran un libro, un aspirador, una camisa o un salchichón?
¿Que la situación es tremenda, injusta, abominable, etc? Vale, de acuerdo, pero eso no legitima el pretender callar la boca a los demás en un foro, ni tampoco el prohibir opinar o informar tendrá como consecuencia directa el que estos productos no existan ni se vendan (creo que ni siquiera que disminuyan sus ventas).
¿Los culpables de que esta situación se haya establecido, se mantenga y se extienda? Sin entrar en los orígenes (que habría mucho que discutir sobre la actitud de las grandes multinacionales) y ciñéndonos al estado actual de cosas, la primera culpable sería una Administración que no ha establecido unos controles mínimos que impidan que cada cual edite lo que le venga en gana sin necesidad de justificar debidamente su derecho a hacerlo; la segunda sería una legislación que -aparentemente- haría difícil demostrar que se está cometiendo una irregularidad o perpetrando un delito; el tercero sería un sector audiovisual que no ha hecho ni está haciendo absolutamente nada por impedir que esto ocurra (desde los legítimos propietarios de los derechos hasta la empresa editora más pequeña, pasando por todas las asociaciones gremiales). Llegados a este punto, tenemos en el mercado una serie de ediciones que, ante la pasividad de todos los sectores de la industria y la Administración, y por asombroso y rechazable que parezca, son legales mientras un juzgado no dictamine lo contrario.
Por eso pueden distribuirse, publicitarse, venderse y comprarse libre y legalmente, aunque no nos guste que así sea. Y prohibir hablar de su existencia, insisto, no sólo sería incurrir en una decisión arbitraria sino que, encima, resultaría perfectamente inútil: seguirían editándose y vendiéndose con la misma regularidad que hasta ahora.
No nos engañemos: estas ediciones se venden porque muchos compradores no están informados ni desean estarlo y porque otros, haciendo uso de su libertad de criterio para comprar un producto, deciden adquirirlo pese a todo y sin vulnerar con ello normativa alguna.
La utilidad de este foro es precisamente informar y advertir a quien le interese acerca de la procedencia de estas ediciones, de sus características, del soporte físico empleado, de su precio desorbitado, etc. Se pueden cuestionar, desenmascarar, criticar, deplorar, etc, y que cada cual tome sus propias decisiones al respecto. Lo que no me parece pertinente ni útil en absoluto es solicitar o apoyar una imposición de silencio sobre su existencia. Es más, este veto supondría sumarse a la extraña actitud de la industria audiovisual de este país que, ante el desarrollo del fenómeno, parece haber decidido ignorarlo y, con ello, dejar que crezca y se ramifique hasta invadir el mercado con más y más marcas, todas ellas bendecidas por la pasividad y el mutismo de un sector que se supone el mayor perjudicado.




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