Así es. Las grandes productoras están en manos de directivos, accionistas y consejos de administración que sólo aspiran a obtener los mayores beneficios posibles con el menor esfuerzo. Además estas empresas forman ahora parte de conglomerados de negocio en los que se diluyen consideraciones que no sean las de mero rendimiento económico, trátese de películas, prendas deportivas o alimentación. Por tanto, los que han de tomar decisiones no tienen idea de cine ni probablemente les interese lo más mínimo. Su patrón de actuación se rige por: ¿nos reporta una cantidad de dinero sustancial, o no?. Y así se decide todo. En consecuencia, poco cabe esperar.




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