Alucino con el poder de adivinación que tienen algunos.
Esa capacidad de decidir qué rota por la cabeza... de gente que ni se puede indentificar. Y sin atisbo de duda, ojo. Sentando cátedra.
Asumiendo, claro, que sea una persona quien decida. Porque adivinar lo que suman las mentes de dos o tres individuos a la vez ya... ¡es la repanocha! Y si ya son cinco o seis... porque hay negociaciones con otra empresa que quizá dista a miles de kilómetros, y culturalmente son totalmente desconocidos...
De mayor quiero ser así.