El perverso juego de multiplicidades se lleva al extremo en el último lanzamiento de Reel One. Mientras la mayor parte del grueso del consumidor de formato físico pide más por menos, la editora, se hace enorme yendo de cine por su inconformista senda. Editar y distribuir no son solo su única parte en el mercado doméstico, sino observar con variedad de ángulos las expectativas del cliente, y conseguir un extraño caleidoscopio que se conjuga entre película, edición, y comprador final.
La edición de ‘En Nombre de Caín’ pretende llevar el estilo de De Palma hacia una pura rima consonante con su cine. Es fiel al material de origen, tanto en su faceta técnico/artística, como a la multitud de perturbados que inundan su celuloide esquizofrénico. Es una edición que no deja de mirarnos desde el ritual del desembalaje, hasta el momento de detener el disco en el reproductor, y proceder a llevar el lanzamiento a la estantería. Nos mira bizqueando en la slipcover, se desdobla en su carátula; nos mira de reojo desde el libreto, y nos desafía con un juego macabro en el juego de espejos que ilustra la serigrafía del disco.
Reel One licencia con precisión enfermiza todos los materiales de la edición, para ofrecer un resultado óptimo, a la par que una experiencia inolvidable. El máster incluido es, sin lugar a dudas, el que mayor exigencia tiene en cuanto a todos los que componen su catálogo. La perfección cromática de la película se refleja en el equipo con una veracidad impactante; sin renunciar en ningún momento a los claroscuros del negativo de mayor calidad que conserva Universal. No existe ni un solo instante en que la imagen flaquee por ningún lado, conservando el grano original, y dando a la película un aspecto vivo. Algunas impurezas, propias del material fotográfico, se conservan en forma de puntos aislados a lo largo del metraje y del encuadre. No molestan, aumentando una verdadera sensación cinematográfica; obteniendo los mismos sobresalientes resultados en el montaje original de cines, y también dentro del montaje del director, editado por Peet Gelderblom, y aprobado por el propio De Palma. Dos visiones que difieren en el punto de vista, con una perfección patente llena de altísimos picos de bitrate.
La editora no pierde de vista a su cartera de clientes hispanos, concediendo pistas DTS de alta calidad en castellano para los dos montajes. Aunque es en las pistas originales estéreo donde se luce plenamente. El sonido en versión original suena rotundo, y los diálogos, efectos de sonido, y música de partitura de Pino Donaggio se funden en un conjunto prístino. El consumidor y coleccionista angloparlante disfrutará también de una de las mejores ediciones de todo 2020, siendo una edición a tener plenamente en cuenta para conservar en las mediatecas privadas.
Los elementos extras completan una excelente edición. La pequeña introducción del creador del montaje del director, nos pone bajo la pista de lo que vamos a encontrar, y su ensayo en vídeo alimenta con potencia el porqué de dicho montaje; sin olvidar el magnífico libreto de 28 páginas, que constituye la verdadera columna vertebral de los extras, mientras viajamos a través del tiempo, empapándonos de aquellos tiempos, aquellas fotografías y fotocromos y titulares de prensa del momento. Mención especial al prólogo de Albert Galera, sin el que la exposición de De Palma jamás hubiese sido posible.
Los materiales de construcción del set son cada vez mejores: el cartonaje de la funda plastificado, la impresión del mismo, una mayor profusión en los materiales del libreto, y unas carátulas de ensueño que cautivan la imaginación.
Una vez describí a Reel One de una manera que a día de hoy mantengo: son únicos conservando el Cine como testimonio cultural de la historia, contagian el afán de conservar los cines cómo lugares físicos irremplazables, y nos permiten pasear por videoclubs de barrio con persiana echada perpetuamente. La mirada de Caín es demasiado inquietante. Hoy sueño con Reel One.