Precisamente en cierto film de amenaza extraterrestre, podía terminar devastado medio planeta que la característica mansión familiar norteamericana se mantenía en pié con todos sus inquilinos. Solo faltaban de fondo las velas y los cánticos navideños. Y eso que me parece un peliculón, pero igualmente cambió el apartado anticlerical de la novela por un "líbrate de los tarados como Tim Robbins, que empuñan armas como fanáticos del oriente medio".
Formar parte de la modélica (con sus imperfecciones) familia norteamericana no es el fin último de nuestra naturaleza humana y siempre podemos perderla (como muchos pueblos en la actualidad) con la misma facilidad con que un misil se desvía de su trayectoria. Eso lo sabía el jovencito Spielberg cuando frustrado veía en la TV conflictos como el del vietnam, aunque se le haya olvidado.