Entiendo de dónde viene el anhelo "esperanzador" por parte de un importante sector, pero para mí ese calificativo ha de venir regido primero por otra variante, "de valores esperanzadoramente cinematográficos" a partir de la cual modular el relato y que alumbre de forma orgánica esa voluntad esperanzadora en la cuál se parece insistir como alma en vilo. Las campañas más esperanzadoras en cuanto a datos postreros de la DGT (tráfico) han sido las más impactantes y duras; es una manera de reseñar que esperanza y genuino drama no están reñidos. Poesía vital. Antes de aprender a caminar hay que gatear, caerse, reptar, arrastrarse, caerse otra vez, y aprender en definitiva, una etapa de de crecimiento madurativo, sin golpes de efecto y sobreactuaciones. En ese sentido se puede citar la primera parte del film de Donner como modélica, no así la segunda, más intermitente, siendo la supuestamente adjudicada a esa seducción esperanzadora. El relato hay que trabajárselo desde lejos y no me aventura el proyecto por estrenar este aura que invoco (y no tiene que ver que no vaya a ser una historia de orígenes mostrados en todo su esplendor). No me inspira que se trate de un proyecto vital de crecimiento (salvo los dólares de WB) per sé sino la proyección que un amplio espectro de público necesita para evadirse del mundanal ruido y de la incertidumbre, y sin embargo eso no es mas que otra ración de lo mismo: divertimento sin sustancia real. Como dije antes con las campañas de la DGT de cara a provocar un debate de verdad, ¿acaso no resulta incluso clarificador y edificante, poético e inspirador, para explicar los tiempos actuales un proyecto como "La Guerra de los Mundos" que acuñó Spielberg que el Superman que a priori se nos viene? La escuela de los años setenta ... Soylent Green, Body Snatchers, aunque no esté a la altura de las anteriores también La Fuga de Logan ... o el Superman de Donner ... Hollywood está cometiendo un error crucial en la encrucijada actual en la que se encuentra: está leyendo mal el devenir de estos tiempos convulsos, al contrario de lo que sucedió en los setenta. Y lo sabe, cosmética aparte. Y dejarse llevar por maniobras y planes propios de un Zuckerberg, de la tiktokización y de adoptar su idioma sistémico, justo lo que no debe ser alternativa para preservar independencia y fortaleza artística salvo que se sea yonqui del dinero, acabáramos, el espectador acabará obeso de tanto consumismo masivo indolente y amaestrado como los habitantes del crucero espacial Axiom de Wall-E. Comodidad no equivale a felicidad ni a vivir la vida plena. Un poco de rebeldía creativa y de diálogo, leñe.




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