No tengo claro si es el anuncio de Coca Cola más caro realizado hasta la fecha o la idiotez hipster que más me ha enervado en mucho tiempo. Debería arrasar en California, la tierra donde ha profilerado la cultura de la medicina oriental, los chakras, las conspiraciones, y en general esa visión del mundo de adolescente de trece años vestida de citas de intelectuales, expresada por boca de unos personajes tan ridículos que no se sabe si resultan paródicos a propósito o sin querer, y filmada con esa estética como de anuncio de Coca Cola patentada por el festival de Sundance con la que todas las películas son exactamente iguales en su airada proclamación de lo únicas que son.
Esta película es como estar orgulloso por vestirte con esa marca de ropa que en los anuncios te decía que comprases lo que ya compraban nosecuantos millones más porque así eras único y diferente y definías tu identidad. Es la camiseta del Che universalizada por la publicidad con la que puedes ser "rebelde" por llevarla puesta. Y en realidad el concepto forma una analogía casi poética con la procedencia de la película, porque todas estas bobadas son casi siempre el resultado del esfuerzo de grandes productoras por aprovechar el fenómeno 'indie' desde la más absoluta y calculada planificación comercial de los ejecutivos de marketing. En este caso, simplemente, va quizás más lejos que en ninguna otra película Sundance que yo hubiese visto antes, porque desde la banda sonor hasta el póster pasando por el tipo de letra con el que están escritos los créditos, todo, y me refiero a absolutamente todo lo que compone esta película ya sea en términos de promoción o de cinematografía, parece sacado de un estudio de mercado.
Hablando un poco de la estructura de la película en sí, me pareció una especie de remedo esquizofrénico de Little Miss Sunshine, otra película pseudoindie de trazo similar pero que al menos no se pegaba las mismas ínfulas de intelectualidad y profundidad y que en mi opinión tenía bastante más gracia. La forma en que Captain Fantastic salta de lo supuestamente cómico a lo supuestamente serio es tan abstrusa e inconsistente que creo que nadie se podría sorprender si de un minuto al siguiente la película contradijese todo lo expresado anteriormente (y de hecho ocurre varias veces). Y los últimos veinte minutos, con los personajes apareciendo en el encuadre como si fueran alucinaciones o como si la lógica espacio temporal se hubiese hecho trizas para poder ignorar el desarrollo anterior del guion a conveniencia, es que es de un nivel de ridiculez tal que al terminar la película no me podía crear que todo esas secuencias no fuesen parte de un sueño o algo así.