No estoy de acuerdo. Los márgenes de beneficio de estas ediciones deben estar calculados para que resulten comercialmente rentables con sólo vender las primeras decenas de copias a tiendas y grandes superficies. Y a estas les deben reportar ingresos las ventas a aquellos que se conforman con un mal vhs (que los hay, tantos como los que disfrutan con un mal screener pirata), o son completistas acérrimos, o no acceden a otros mercados por no prescindir del doblaje.
Las editoras están dejando de lado o maltratando precisamente a la que podría ser su principal clientela: cinéfilos y coleccionistas que buscan copias con unos mínimos de prestaciones y calidad. Obtienen saneados beneficios amparándose en la transigencia del comprador ocasional. Ya lo decía Impulso: los coleccionistas y cinéfilos son excesivamente exigentes, nuestro producto no está dirigido a ellos.
El sector tiende a reducirse en buena medida porque las malas ediciones están ahuyentando a los compradores potenciales. Así, los grandes estrenos comerciales son pasto de los piratas (que se descargan cualquier título reciente sintiéndose los más listos del mundo), y los fondos de catálogo -despreciados por los iluminados ejecutivos de las productoras- son tan mal editados por empresas sin escrúpulos que disuaden a sus compradores potenciales.
Es la propia industria la que está destruyendo su mercado engañando y defraudando al cliente. No se puede fidelizar a un coleccionista con ediciones basura o productos deficientes de supuesto alto nivel (y aquí entrarían las contínuas meteduras de pata en ediciones de Alta Definición de empresas como Emon, TriPictures o la propia Warner).
En este país las editoras funcionan con la misma estrategia comercial que las tiendas de los chinos, pero con bastante más caradura e ínfulas: venden masivamente productos de baja calidad pero manteniendo unos precios que no se corresponden en absoluto con las ínfimas condiciones de su material.