Se han hecho muchas Carmillas -el relato original de Le Fanu es considerado uno de los antecedentes directos del Drácula de Stoker,- la mayoría con la intención poco disimulada de sacar escenas lésbicas de contenido softcore con actrices jamonas para atraer a los cines a hordas de adolescentes erotómanos pajilleros. A día de hoy, yo me quedo con la libérrima adaptación de Dreyer, donde la vampira (como pasaba en el Nosferatu de Murnau) es una anciana adusta que recuerda a las brujas de los cuentos tradicionales y el héroe es un tipo más bien pasivo y casual. Todo rodado de una manera fantasmagórica y onírica, que nos hace sospechar de si lo que vemos es real o una fantasía del protagonista.
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