Me ha provocado cierta ambivalencia, pero Guadagnino se lanza sin red y abre el debate sobre una realidad post-MeToo. No en vano, introduce su película con unos créditos muy Woody Allen y cierra la misma con plano fijo bastante incómodo. La forma de rodar de Guadagnino es impecable de nuevo, con esos primerísimos planos de rostros y manos y el uso intrusivo del sonido. No es su mejor trabajo, pero si el más valiente. Julia Roberts está sensacional, hay que admitirlo.




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