La casa de Freudstein... ¿cuantos habrán caído en esta telaraña? ¿Cuantos caerán, todavía? ¡Me atrae! Me da miedo... me aterra, pero me atrae. ¡Freudstein! ¡Freudstein!
Aún me acuerdo aquella tarde de sábado, siendo yo un crío de 12 años, que fuimos al videoclub para alquilar una película de miedo que acababa de salir en alquiler, en VHS, de la que todos hablaban por todas partes, que daba MUCHO miedo... y sí, era "Aquella casa al lado del cementerio". Su visionado me acojonó como pocas (creo que solo El resplandor de Kubrick me dio más miedo que esta) pero, al igual que le pasa al científico al cual el protagonista va a seguir sus huellas, me atraía al mismo tiempo que me asustaba. Ojalá hubiera guardado alguno de los muchos dibujos y minirelatos que dibujé y escribí sobre la misteriosa casa y sus habitantes, poseído por aquella fascinación
Pasado el tiempo, la volví a ver con la llegada de Internet, y la encontré ALGO menos aterradora, pero igual de fascinante. Y ayer la volví a ver por tercera vez en mi vida...
Lucio Fulci es un maestro de la creación de atmósferas. Porque esta película, en manos de otro, sería un desbarajuste completo e imposible de tragar. Aquí, Fulci se esfuerza en construir una ATMÓSFERA terrorífica, valiéndose de un estilo hoy perdido de hacer cine, y mezclando diversos elementos, incluyendo sinsentidos, fallos de guión y erratas que acaban beneficiando al conjunto. La película, una vez acaba, nos deja con mil preguntas, y mil imágenes icónicas, pero muy pocas respuestas. Da la impresión de que todo ocurre en un mundo paralelo, un mundo de muertos y espíritus donde la lógica ha quedado suspendida eternamente, y todo ocurre cíclicamente sin objetivo. Un mundo que mezcla toda clase de elementos en una olla que te deja con un mal rollo enorme, pero también una curiosidad insaciable. Para mí, es un título capital del terror de los años 80.
