Es cosa de aquí o cada año más críos disfrazados llaman a la puerta de casa…
Bueno, deliciosas veladas nocturnas este año:
SUSPENSE (1961) de Jack Clayton
La absoluta Masterpiece del cine de fantasmas (y las historias con institutriz y niños, tantas veces –ya cansinamente- vistas), llevando el género a un extremo de tono e intencionalidad cerebral pocas veces visto (“The Haunting (1963)” es cine de palomitas en comparación) y que dudo que, pongamos Stanley Kubrick, podría llevar más lejos. Director y guionistas toman a Henry James y subliman su novela cargando (aún) más las tintas en la significación dual y subtexto, en la depuración de la narración, personajes, y (los más mínimos) detalles y situaciones. La protagonista es Deborah Kerr y los niños complementan su psique. Solo las imágenes de ella en los créditos iniciales, la cancioncilla y un nada baladí título original “The Innocents”, ya lo resumen casi todo. Se alaba mucho a veces la fabulosa, de un crudo y simultáneamente espectral blanco & negro, fotografía de Freddie Francis, como la estrella de la función, pero (y aparte las soberbias interpretaciones de TODOS los actores, incluidos –o especialmente- los niños Martin Stephens y Pamela Franklin), el guión (Truman Capote presumiblemente a la cabeza) y la puesta en escena de Clayton son de una perfección siempre atenta a la significación tanto de los diálogos como de la composición de plano y montaje, alucinante y rara de ver. Por lo demás, y para quien aún no la conozca, se podría decir que el film parece más un sobrio y descarnado drama claustrofóbico upset, que lo que muchos pueden esperar de “una de fantasmas”, pero la densa atmósfera y las apariciones fantasmagóricas son de tal contundencia espeluznante e imperecedera imaginería, que todos los resquemores se pueden disipar incluso entre ese sector de la afición, el de las emociones fuertes.
LA NOVIA DEL DIABLO (1967) de Terence Fisher
Una de las agradecidas incursiones Fisher en otros mitos y temas no Drácula & Frankie, para mi gusto sin alcanza a la sublime “La Leyenda de Vandorf / La Górgona (1964)”, pero superando a “La Maldición del Hombre Lobo (1961)” y, sin duda, a “La Momia (1959)”. La trama, demoníaca, con un Christopher Lee esta vez de bueno (como en “The Gorgon”) tratando de liberar a una mujer, secuestrada por una secta liderada por un tipo llamado, en curiosa sonoridad, “Mocata”; está contada de una forma tan ágil y variedad de escenarios, que hacen que el film parezca cine de aventuras, pero claro, con unas set-pieces de terror memorables: ese por apariencia “mago de la lámpara” negro; el aquelarre en el bosque, con un sentadito tan a gusto en su trono, humano-cabrío luciferino; y el climax final, con el grupo protagonista protegiéndose dentro del círculo mágico, de las envestidas de las diferentes apariciones malignas (la peli adapta una novela de Dennis Wheatley, pero toda esa parte final recuerda vívidamente a los notables relatos de William Hope Hodgson sobre el detective de lo oculto “Carnacki”). Los efectos especiales (y los maquillajes) es cierto que aquí, como muchas otras veces, no parecían de especial cuidado e interés para los señores de la Hammer (con algunas excepciones, por ej: el make-up del hombre-lobo albino, era antológico, de bueno); pero en todo caso, una película deliciosa y nada cansinamente revisionable.
HALLOWEEN 4: EL REGRESO DE MICHAEL MYERS (1988) de Dwight H. Little
Siempre veo una de la serie Jalogüin. Le tocó a esta, donde se muestra definitivamente la pura rutina, que ya asomaba pata en “Sanguinario (H2)”, pero ahí disimulada gracias a la continuidad temporal -y estética: repetía Dean Cundey en la foto- con la primera, y Carpenter aún metiendo alguna mano. Ahora es todo el puro body count, como en un “Viernes 13” cualquiera (aunque en la serie Myers no hay ni la pizca de humor de la otra), si bien al menos posee una climax final en la casa de tensión y suspense resuelto con cierta pericia por H. LIttle, y una ambientación como Dios manda (no como la siguiente, “La Venganza de Michael Myers”, que ni se molestaban en aparentar el Otoño) y no resulta burda cual “Resurrección”: la dos peores (la 5 y 8) en mi opinión, de las diez que forman la saga/s.
LA OSCURA NOCHE DEL ESPANTAPÁJAROS (1981) de Frank De Felitta
Un fantasmal espantapájaros acometerá peculiar venganza tras el asesinato de un inocente. Muy agradable “clásico” del terror para tv, de lo mejor dado por el género para la pequeña pantalla, con un De Felitta (guionista de “El Ente” y “Las Dos Vidas de Audrey Rose”) haciendo énfasis en el suspense tradicional y lo atmósferico (halloweenero puro, por cierto), con resultados muy estimables, entretenidos, y harto creepy en buena parte del metraje (la captación de los nocturnos y de esos grandes maizales del Mid-West, las escenas de la astilladora de madera y el silo de grano, el climax final …). Algún apunte sobre la perversión pedófila de intolerantes pueblerinos que presumen de defensores de la infancia, un sugerente final ambiguo (maravilloso ese plano final congelado) sobre el origen y esencia de todo, y un conjunto favorecido por la magnética, inquietante música de Glenn Paxton.
LA NOCHE DE LOS DEMONIOS (1988) de Kevin S. Tenney
Un “clásico” de Halloween, con adolescentes pasando la noche de marras en una casona embrujada. Sinceramente, me parece muy aburrida, un bodriete. Tiene un pase con la presentación de personajes y sus preparativos para la fiesta, pero luego resulta muy cargante todo (la dichosa Angela, la mala, no me hace demasiada gracia) incluido lo sobrenatural, por mucha loca steadycam raimiana cruzando pasillos y subiendo escaleras, que utiliza Tenney. Si, la imagen de arriba mola (y los interiores, que desperdicio de diseño de producción para una cosa sosita y que no encuentra, para mi gusto, el tono y humor adecuado). Recuerdo una pizca más graciosa la segunda parte; pero eso sí, el remake parido hace 7 años era totalmente infecto, haciendo casi pasable a la original.
C.H.U.D (1984) de Douglas Cheek
Hilarante monster-movie cuyo progresivo culto ha hecho que incluso resulte citada –más de una vez- en “Los Simpson”. Divertida en su desvergonzado “costumbrismo” de interpretaciones y diálogos (parece que actúan y hablan como si estuvieran “en la calle”: Daniel Stern –uno de los cacos de “Solo en Casa”- a la cabeza) e incluso más cuando el film va de crítica socio-político-ambiental: se ordenó eliminar residuos tóxicos urbanos acumulándolos en túneles del metro aparentemente abandonados, convirtiendo con el tiempo a los sin techo que pululaban por allí, en monstruos, que empiezan a salir del subsuelo para merendarse viandantes. Criaturas con brillantes bombillas como ojos y cuellos extensibles a voluntad, policía y militares internándose en sus dominios, raciones de gore (siempre visto en un curioso “posterior al ataque”) y “trepidante” (ejem) final contrarreloj de los tres protas para evitar una catástrofe. La peli no gusta a muchos, pero no sé, me parece un sabroso trash muy disfrutable. Seguida de una secuela que en realidad poco tiene que ver y que, esa sí, era un engendro.




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Pero bueno, ya luego comentaré brevemente lo poco que vi. 



