
Iniciado por
Abuelo Igor
El concepto histórico de la cinefilia tal como lo veían, por ejemplo, los cahieristas, es anterior al video doméstico. Truffaut, por ejemplo, se sabía las películas de Hitchcock porque, cuando las pillaba en el cine, se tragaba cinco o seis pases de cada una. El gran ideal de los cinéfilos de entonces, tal como viene descrito en Flicker, de Theodore Roszak (flipante novela fantástica en torno al séptimo arte que Aronofsky quiso adaptar), era adquirir las copias físicas de las películas, es decir, las latas con las bobinas dentro, lo cual estaba al alcance de muy pocos.
Aquel romanticismo de "vamos a este cine de un barrio apartado porque en él hay un pase de este peliculón poco conocido y difícil de ver" ya es cosa del pasado, por suerte o por desgracia, y yo creo que hay aficionados ya mayores que lo lamentan, que creen que en los viejos tiempos uno "se ganaba los galones" de cinéfilo, mientras que ahora, con todas las facilidades de la tecnología, hay muchas personas dándoselas de grandes cinéfilos que antes de ayer no sabían absolutamente nada.
Yo, por mi parte, creo que el vídeo doméstico, la televisión, los servicios de Internet, etc., son paliativos para el hecho de que no es posible ni viable verlo todo en pantalla grande. A no ser que tengas montado un tinglado considerable en tu sótano, dejándote en ello una pasta también considerable, no veo cómo una proyección casera podría competir en impacto y en posibilidad de concentración del espectador con incluso la más canija de las salas de un complejo.
Yo, cuando oigo a alguien decir, mientras se estrena una peli, "ya la veré en Blu-ray", pues bueno, allá ellos, pero desde luego que frunzo el ceño, porque la experiencia del cine para mí tiene que suceder en una sala, y solo voy a recurrir a lo demás cuando la opción en sala ya no es posible.