Cromos
Un objeto clásico en coleccionismo son los cromos. Lo que los yanquis llaman trading cards (tarjetas intercambiables) muy acertadamente. Su origen puede fecharse a finales del siglo XIX nada menos, partiendo de tarjetas que contenían anuncios dentro de los paquetes de tabaco de la época, más tarde evolucionando para contener todo tipo de temas e información.
Introducción
A principios de 1900 existían tarjetas de tabaco de más de 300 compañías distintas y los críos se apostaban a la salida de las tiendas para pedir las tarjetas a los compradores de tabaco. Este éxito provocó la fabricación de tarjetas de muchos otros productos.
Los primeros cromos de béisbol se imprimieron a finales de 1860 en la época en que este deporte se convirtió en profesional. Muchos de los cromos de principios del siglo XX proceden de productos tales como el tabaco y los caramelos. En 1933 se imprimieron los primeros cromos con biografías de los jugadores en el reverso incluídos en paquetes de chicle.
Cromos modernos
Hablando de chicle, The Topps Company Inc (Topps Chewing Gum Inc) empezó a insertar cromos en sus paquetes de chicle en 1950, con temas tales como la TV y las películas del Oeste, cromos de fútbol, béisbol, etc. Topps se convirtió en el lider de los cromos entre 1956 y 1980, no sólo por sus cromos deportivos si no por una variada gama de temas de entretenimiento.
Cromos digitales
El paso final es la creación de cromos digitales sólo existentes en la red, y un buen ejemplo lo encontramos en España conIlustrum.com
Encontrarás más información al respecto en sitios tales como la Wikipedia. Lo que yo quisiera tratar en realidad es la evolución de los cromos en nuestra sociedad y época más reciente. Recuerdo perfectamente los cromos que aparecían en los paquetes de bollería industrial como Bimbo o Panrico, algunos incluso en tabletas de chocolate, que fueron los precursores de ese gusto por coleccionar. En realidad el primer álbum que terminé fue el de La vuelta al mundo en 320 días, que alguien promocionaba en el Parque de Montjuich regalándolo a todo crío que pasara. Pensemos que 320 cromos en aquel momento era una burrada. Terminar la colección a base de comprar sobrecitos y cambiar cromos con los compañeros de clase era harto difícil. Ahí descubrí una papelería que los cambiaba a razón de 2×1 (casi usura, pero un método para conseguir más cromos faltantes de forma rápida).
Llegó la época de Bimbo, con sus álbumes de motos, trenes, aviones, etc. y tras dar vueltas por aquí y por allá mi padre me lleva al Mercado de San Antonio (ahora Mercat de Sant Antoni), una especie de rastro de libros, cromos, sellos, revistas. Allí podías comprar cromos individuales o colecciones completas!!! Vaya vicio, terminar los álbumes de una tacada!
No recuerdo el momento en que me olvidé de los cromos de fútbol, trenes, aviones, coches y no se cuántos temas más. 35 o 40 años más tarde me veo coleccionándolos de nuevo, con una calidad tremendamente mayor, resistentes, exquisitos, con álbums plásticos y fundas protectoras. Y una lista inacabable de temáticas. Las ahora llamadas trading cards ocupan un lugar importante en el coleccionismo y también en el juego, ya que hemos pasado de coleccionar un tema a jugar con un tema (como Magic y muchos otros). Cartas metálicas, cartas únicas, cartas animadas, cartas firmadas, etc. Es todo un mundo nuevo para quien pegaba los cromos con pegamento Imedio y veía como las páginas del álbum, de papel barato, se arrugaban por un exceso de cola.
Quizás ahora se ha perdido esa magia de ir a comprar un par de sobres, como mucho (bueno ir a comprar no, ir a ver si te compraban), abrirlos y ver qué salía. Quizás ahora a golpe de talonario (o de Paypal o de Visa) podemos conseguir colecciones completas de un tiro. Pero aún así, los cromos siguen teniendo ese componente que nos atrae, sea cual fuere, para deleitarnos con su orden, su contenido, sus imágenes, su todo.




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