En el clásico, King Kong es un animal, cuyo instinto plantea el dilema de la bella y la bestia. En la de Jackson es un personaje casi de Disney, todo muy limpio y hermoso (porque los gorilas enamorados son muy
salidos), con moraleja inclusive.
Esto para ti, amigo Alejandro: antes has dicho que admiras a Kubrick. Imagínate un deslumbrante remake de
La naranja mecánica en la que tu tocayo, en lugar de dar patadas y violar al compás de
Cantando bajo la lluvia (algo muy violento y sanguinario), se dedicara a practicar pasos de ballet al compás de
El Cascanueces, y después se fuera a dormir con un osito de peluche.
Dicho esto por seguir con el debate, que nadie tiene que bajarse los pantalones de manera dramática...
