Auténtica sorpresa. Una película mayúscula. La unión de dos genios, uno musical y otro plástico, tenía que ser en una película como esta, está claro. Es un film que respira, que vive y tiene pulso, huye de los clásicos biopics de músicos y se construye una cinta en off, en fuera de campo, modesta y tierna. Melancólica pero no nostálgica. Está hecha con las entrañas, desde luego. Y que último plano, por dios, me dejó sin respiración... ¿deliro mucho si digo que mantiene tintes Bressonianos?