Si el quiosquero de tu barrio te llamara delincuente a la primera de cambio, estoy segu- ro de que dejarías de comprarle. ¿Por qué es distinto cuando quien lo hace es una empresa mastodóntica o un superventas? ¿Por qué comprar discos o ir a conciertos de quien llama a sus fans “gentuza” o “ladrones” como hizo Aurora Beltrán? Si las multinacionales están demandando en EEUU a miles de personas por usar los aparatos que en ocasiones han sido fabricados por ellas mismas, ¿no es hora de decir basta? ¿Tiene sentido que financies a los que dicen que utilizarán sus recursos económicos para encarcelarte? La mera dignidad ciu- dadana exige poner el freno y dejar de comprar a quien quiere ponerte entre rejas.