no hay destrucción por ningún lado y por lo visto ni los refugiados tienen la sensación de que sean perseguidos o amenazados por los visitantes colonizadores. Si hasta los críos se ponen a jugar, o a recibir clases de historia en una especie de comunidad hippie que ha montado las tiendas en el campo. Tienen comida y agua para todos, y hasta pueden organizar un desayuno en el campo y comer tranquilamente. Un campo lleno de vegetación y de hierba y de árboles, vamos ni rastro de una invasión que brilla por su ausencia.