Pues vista Rabia, a diferencia de la anterior Shivers, este ha sido mi primer visionado, ya que hasta ahora no había tenido oportunidad.
He de decir que me parece mejor (bastante mejor) que Shivers en el plano técnico: la fotografía me parece más elaborada y mucho menos feísta que la anterior (aunque no se libra de ese tono "amarillento" de las películas setenteras de bajo presupuesto). También me ha sorprendido la música, sobre todo cierto tema con aire tristón que me ha recordado, y mucho, a la BSO de otro film de bajo presupuesto de ese mismo año: Martin, de George A. Romero. Entre los actores, y aparte de "rescatar" a Joe Silver y en breve aparición al amigo Ronald Mlodzik, tenemos a dos futuros telépatas de Scanners, el que interpretaba a Benjamin Pierce (el scanner escultor) y el que interpretase la célebre escena de la cabeza que estalla.
Pero para mí la gran revelación ha sido la propia Chambers. No he visto (todavía) ninguna de las películas que la hicieron famosa dentro del porno, pero a tenor de su interpretación aquí, creo que el cine se perdió a lo que podría haber sido una muy buena actriz.
Se han comentado ya varios aspectos de la película, pero no el tema porno, precisamente: el porno de finales de los 70 no era, socialmente, el porno de hoy en día, sino que aquello era un submundo underground, al que "la gente decente" no se acercaba (al menos, no de cara); al no existir todavía el formato doméstico VHS la gente tenía que recurrir a meterse en cines porno circunstancia por ejemplo muy bien reflejada en la magistral Taxi Driver. De hecho, la casera de Cronenberg le echó de su apartamento al saber que rodaría con una actriz porno
Tampoco se ha mencionado el tema del vampirismo, que creo que es capital. Cronenberg bebe mucho de la Hammer, así lo veo yo: pasando por alto el tema del contagio y la respuesta gubernamental al mismo, que ya habéis comentado (muy de la época), lo que hace Rose es alimentarse de la sangre humana (demostrando además que tanto el alimento ingerido como el suero administrado por vía intravenosa le hacen daño. La sangre es su sustento).
Y vemos como estas "alimentaciones" alteran su estado de ánimo, encontrándose vital y contenta a posteriori, y deprimida y asqueada a priori. De hecho Rose tiene nociones de "víctima del vampiro", como esa dualidad "atracción / repugnancia" hacia el contacto vampírico, como cuando habla con el doctor Keloid, sintiéndose claramente mal y deseando evitar que el ataque ocurra, para a continuación, lanzarse a ello con ganas. De hecho los ataques tienen el mismo componente subconsciente que los del vampiro común (Rose "sabe" y "no sabe" a la vez, lo que está ocurriendo) y tiene la típica "astucia del drogodependiente" que muestran muchas veces las víctimas del vampiro en el cine; la astucia de hacer cosas negándose a sí misma el motivo, como cuando se va de casa de su amiga, negándose en todo momento a permitir que ella la acompañe, con la excusa de tomar el aire. Todo ello cobra un componente aún más enfermizo al ser Rose, al mismo tiempo, víctima y "vampiro".
No hay duda alguna aquí, la enfermedad es fatal. Si en Shivers aún podíamos aducir un cambio de paradigma para la humanidad, siendo los contagiados, en apariencia, felices con su nueva situación, aquí ni Rose (que sufre, tanto emocional como físicamente) ni los infectados (privados de toda o casi toda razón, y con las horas contadas, pues la enfermedad es mortal según se nos cuenta) "ganan" nada, con su nueva condición. Quizá por esto la película es terriblemente triste, tristeza que no se sentía en Shivers.
Comentan en el libro de Midons que Rose, a pesar de sus características vampíricas, está muy alejada de dicha figura en el sentido de que los vampiros (en general) disfrutan de su condición, ella lo que hace es padecer. En ese sentido, Rose estaría, pienso, mucho más cerca del hombre lobo, que no solo comete sus crímenes de forma involuntaria sino que transmite su maldición, y que rara vez encuentra otro descanso que la muerte.