Hilarante, ciertamente. Creo que es un buen ejemplo de la fina ironía que se puede detectar en general en todos los films de Cronenberg, un sentido del humor socarrón que siempre suele aparecer muy en segundo término, de manera casi imperceptible. Como el detalle de ponerle al parvulario el nombre de Krell o en Rabia llamar Keloid a la clínica.




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