LA BARRERA DEL SONIDO (The sound barrier, David Lean, 1952)
Uno de los films pre-Kwai del genio británico, cuando su nombre ya empezaba a cobrar fuerza. La historia se centra en un joven piloto y su suegro, propietario de una compañía de diseño de aviones empeñado en producir una nave que logre romper la barrera del sonido. Los prototipos fallan uno tras otro dejando a su paso un reguero de pilotos muertos mientras la familia empieza a resquebrajarse, consumida por una obsesiva meta personal que el padre de familia transmite a todos sus compañeros.
Una de las más flojas que le he visto a Lean, y no precisamente porque sea mala, sino por el gran nivel de las demás. La barrera del sonido, en sí, es una película sencilla, interesante y bien construida, con un estupendo equilibrio entre drama personal y pura aventura (en este caso reducida en su máxima expresión a los logrados vuelos en busca de atravesar la barrera) y una dirección bastante sobria para lo que nos tiene acostumbrados este realizador, pero igualmente eficaz. Lean aprovecha para marcarse algunos momentos marca de la casa, como ese soberbio accidente en off (quizá la falta de presupuesto para escenas espectaculares, aprovechada magníficamente) llevando directamente al lugar del suceso en silencio, o la emocionante secuencia final (que se avanza en la primera escena de la película). Ya se le veía maestría.
En el reparto no hay grandes estrellas, pero rondan caras reconocibles como Ralph Richardson (estupendo como ambicioso pero humano padre de familia), Nigel Patrick, Ann Todd o Denholm Elliott... mucha flema british, como vemos. Y vamos, que La barrera del sonido, siendo un Lean menor, sigue siendo un Lean. Lo que siempre nos garantiza un mínimo (en su caso, un mínimo que destaca) de dirección, puesta en escena y equilibrio épica-intimismo bastante estimable. Y si además resulta ser, como ésta, una de esas que no suelen citarse y parecen aún a descubrir, mas recomendable todavía.