David Lynch se ha consagrado gracias a Twyn Peaks como el padre de la ficción en la televisión. Fue el que encendió la mecha y consiguió salirse de los estándares del momento. Por lo tanto su huella en la televisión es más que evidente, no porque lo diga yo, existen verdaderos ríos de tinta sobre Twyn Peaks y la influencia que tuvo en la posterioridad, como en su día lo hizo Los Soprano con la construcción de personajes y el héroe-villano, que también fue pionera.
Su cine es, como bien dicen por arriba, de lo más creativo que existe. Y ya desde sus inicios, es decir, es un director que desde el primer momento (Cabezas Borradoras, por ejemplo, una de sus primeras obras) tuvo las ideas bien claras, quería romper con todo; pero no a lo Nouvelle Vague (críticos que decidieron romper el convenio narrativo que poseía la industria con el espectador), si no un paso más allá, muy relacionado con el ámbito onírico. Esto hizo que su cine se etiquetase de culto, pues prácticamente era inaccesible o incomprensible para la mayor parte de la población, que no estaba educada en este tipo de género, buscaban significados donde tras dar vueltas y vueltas no lo hay (¿o sí?).
A mí personalmente me gustan algunas de sus obras, pero he tratado de ver otras y las he dejado a medio camino. Eso sí, a medida que vas madurando y tragando cine le vas cogiendo más apego. Es un tipo de cine que no puedes recomendar a según qué amigos, ya me entendéis.
Un saludo.