Ya casi podríamos trasladar esta conversación al hilo de Drácula.
Éso decía Carroll Borland, que había actuado con él en el teatro y salía con él en La marca del vampiro. A mí no me parece tan atractivo o tan sugerente (en algún momento, me recuerda a Carlos Gardel), pero cuando sale con la capa y el frac plantado en medio de la escalera, hay que admitir que luce francamente magnífico, como pocos actores de ahora se ven:
Podemos apreciar el efecto de iluminación logrado por Karl Freund, de enfocar a los ojos del actor con un pequeño proyector, y que volvería a repetir en La Momia.
Drácula le llegó al gran público filtrado a través de la amable y mefistofélica figura del mago del teatro de variedades (la novela tenía cosas demasiado fuertes para mostrarlas en aquella época tal cual). Muy diferente, qué duda cabe, de Nosferatu y sus dientes de rata. Seguro que hasta olía mal...
Detalle significativo: en la película de Browning -tremendamente comedida- no se ven llagas ni colmillos (sí se ve alguna herida en la versión española de ese mismo año). Frank Langella también se negó categóricamente a usarlos y los únicos que salen en esa versión de Drácula son los de la vampirizada Lucy:
Al Drácula chino todavía no he podido verle. Y le tengo ganas...