Conocida la simpatía del tal Eduardo VIII y su esposa norteamericana por el señor del bigotito chaplinesco, no sé si tomarme su comentario demasiado en serio. Quizá, si lo hubiera conocido en esa época, hubiera dicho lo mismo de "El guerrero del antifaz" o, mejor aún, de "Roberto Alcazar y Pedrín".
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