Sabido es que Roberto Alcázar y Pedrín nunca destacó especialmente por la calidad del dibujo.
Se estrenó, sí, y se llevó más palos que una estera. Tuvo una génesis muy complicada y larga -años-, que si problemas con los derechos, que si éstos cambiaron de titular, que si la productora se quedó sin dinero, que si no sabían a quién dar los papeles principales.
Creo que, en general, adaptar los cómics al cine, especialmente los más antiguos, es una tarea peliaguda, porque si no se hace muy bien corres el riesgo o bien de desvirtuarlos o de convertirlos a todos en mamarrachos.