Yo creo que el doblaje es un lastre, entre otros, que todavía arrastramos del franquismo. Y esta culturalmente tan aceptado que lo extraño es la versión original. Vamos, esto lo hemos oído mil veces: que si una peli no es para leer, que si yo no quiero aprender inglés, que si la voz en español es mejor que la original, etc. Vamos, desde mi punto vista, tonterias que caen por su propio peso. Luego, estos mismos que defienden el doblaje a muerte se cachondean del doblaje en catalán o en euskera. Lo que os decía, un lastre del franquismo que difícilmente podremos extirpar.
El problema, como siempre, es que la masa arrastra y yo si quiero ir al cine a ver una peli en VO tengo que irme a la capital a unas salas bastante deporables y que proyecten la que quiero ver. En cambio el señor que disfruta con el doblaje de Morgan Freeman no tendrá este problema.
La libertad de elección, como siempre, una mentira.