Bueno, y eso podemos extenderlo al propio cine en sí, a su lenguaje. ¿Cuántos se posicionan con una formación y experiencia adecuada? Porque disfrutar puede disfrutar un enano de seis años, o el vejete de la esquina que no llegó a aprender nunca a leer. Disfrutar está al alcance de todos; entender los mecanismos del lenguaje cinematográfico ya no tanto. Conozco a muchos cinéfilos que no saben distinguir los límites de un salto de eje, qué es un etalonaje, o por qué Ciudadano Kane tiene tantos planos en contrapicado. En estos conceptos unos nos afanamos más que otros. Es acercarnos más a la obra y no limitarnos a verlas comiendo palomitas. Es vivir el cine en sus tres estadios básicos.
Va, no me enrollo más y que cada cual vea lo que quiere ver. Al fin y al cabo hay tantas religiones en el mundo...