Pues yo tenía un problema parecido con las vecinas de enfrente a las que no se les ocurría otra cosa, que poner la radio a toda ostia a las 3 de la mañana.

Ya harto, me asomé una noche al balcón y con esa voz que tengo de mala "follá" grité: ¡Que son las cinco d'la mañana, COJOONEESS!

Mano de santo, oiga. Aunque me da a mí que aunque te cagues en los muertos del heavy, va a pasar de ti.