George Lucas, desde los tiempos de la serie de TV del Joven Indy, es un absoluto defensor de la educación infantil de calidad. Ha creado fundaciones a este efecto y ha donado millones para desarrollar programas educativos más eficaces. Lucas es un apasionado de la historia, y siempre le ha preocupado que los planes de estudios americanos no fueran lo suficientemente rigurosos en este campo.

Por otra parte (y sé que esto sorprenderá a mucha gente) el dinero que tiene es suyo, y lo ha ganado trabajando. Lucas pasó por completo de productoras y bancos, y se financió de SU bolsillo, integramente, los cientoypico millones de dólares que costó cada una de las películas de la nueva trilogía de Star Wars. De su talento y/o capacidad de creación ha salido toda la pasta que le ha dado de comer a él, a su familia (tres hijos adoptados) y a los miles y miles de empleados de Lucasfim, IL&M, LucasArts y Skywalker Sound.

Si la envidia fuera tiña, este país estaría lleno de tiñosos.
Hay gente que tendría que hacérselo ver, en serio.