Existen múltiples formatos de
código de barras, cada uno desarrollado siguiendo un propósito determinado. Por ejemplo, el código ISBN de 13 dígitos que codifica los libros; el ISSN de 13 dígitos también más un addendum de 5 dígitos más dedicados al número de serie y que codifica publicaciones seriadas (revistas); el código ITF o EAN14 que codifica las cajas que contienen múltiples unidades del mismo producto; etc., etc.
Pero de lo que vamos a tratar en este artículo es del código de barras que se utiliza para vender productos en el mercado. El código de barras EAN13 tan familiar que podemos ver en una lata de refresco o en un paquete de azúcar.
EAN viene de European Article Number (Número de Artículo Europeo), y consiste en una base de datos que pretende ser mundial, gestionado por la asociación GS1 con sede en Bélgica. GS1 tiene delegaciones en todos los países del mundo y en España es AECOC (Asociación Española de Codificación Comercial) quién tiene encomendado el trabajo de otorgar los números EAN oficiales.
En principio, GS1 y todas las delegaciones (AECOC entre ellas) son asociaciones privadas sin ánimo de lucro, lo que quiere decir que a final de año no pueden dar beneficios. Como tales asociaciones privadas, no existe legislación alguna que obligue a las empresas a asociarse a ellas, pero la rutina y el boca a boca ha hecho que cuando un fabricante o un emprendedor necesitan colocar un producto en el mercado, todo el mundo le remita a AECOC.
Las tarifas de asociación varían de un país a otro pero en todos tienen un costo excesivo y, lo que es peor, unas cuotas anuales a satisfacer de por vida, algo difícilmente justificable ya que un número EAN para un artículo es algo parecido a una matrícula de automóvil, donde el producto pasa a ser apuntado en una hoja de cálculo, muy grande, eso sí, pero una hoja de cálculo al fin y al cabo, sin más gastos.
España tiene asignado por GS1 el prefijo 84; es decir, todos los productos de empresas asociadas a AECOC tienen un código de barras que comienza por 84. Esto en principio serviría para saber el país de origen de un producto sin más que mirar su prefijo, en el supuesto de que todos tuviésemos una lista de prefijos a mano, y olvidando el hecho de que numerosas empresas importan productos manufacturados en China y los etiquetan como si se hubieran fabricado en España. O sea, que el prefijo hoy sirve para bien poco.
Por otra parte, GS1 y sus delegaciones han venido conformando un lobby donde una empresa no será admitida en la delegación de GS1 de otro país (en el caso de una empresa que busque la delegación de otro país donde las tarifas sean más económicas) y se reclaman como la única autoridad oficial con capacidad para otorgar números EAN. Esto, que en principio puede ser cierto, tropieza con el inconveniente (para ellos) de la carencia de legislación oficial alguna.
En España, cualquier emprendedor que se ponga en contacto con AECOC para obtener UN ÚNICO código de barras para un producto será informado de que la única posibilidad que tiene es afiliarse abonando una cuota de entrada de (como mínimo) 600€ y afrontar una anualidad (de por vida) de 200€ (también como mínimo). Le darán números para obtener 100 códigos de barras, eso sí, pero es difícil de entender para este emprendedor que tenga que desembolsar 800€ y 200€ de por vida para obtener un simple número. Y le advertirán de que no existe alternativa alguna que no pase por ellos.
Mienten.
Alternativas a AECOC
En 2005, año de creación de GS1, se produjo la fusión de dos entidades dedicadas a la uniformidad del etiquetado mediante códigos de barras; EAN por un lado y UCC (Uniform Code Council) norteamericano, por otro, encargado de gestionar el código UPC (como el EAN, pero con un dígito menos, 12). Ocurrió que unas empresas fundadoras de UCC tenían derechos adquiridos sobre unos grupos de números UPC que la justicia norteamericana les reconoció, por lo que dichos números no podían ser adjudicados a nadie más por UCC y por tanto, por el organismo resultante, GS1.
Es decir que existen grupos de números EAN que no pueden ser adjudicados por GS1 y pueden ser vendidos por unidades sueltas en el mercado libre, al margen de GS1.
Esto les fastidia mucho, claro, ya que, por cada emprendedor que compra un código de barras en el mercado libre, GS1 (en cualquiera de sus asociaciones) pierde una cuota anual vitalicia, pero poco pueden hacer al respecto.
En el mercado libre, un código
EAN puede tener la forma
0826754543124, proveniente del UPC
826754543124 (un dígito menos, el cero) y a nuestro emprendedor le dará igual que comience por 08 u 84, ya que la tienda que reciba su producto lo añadirá a su stock leyendo el código de barras sea cual sea el número; se trata de tener un código de barras válido.
Hay que tener en cuenta que el mercado libre se nutre de códigos de barras
UPC(de 12 dígitos) transformados en
EAN13 (13 dígitos) mediante la treta de añadirles un cero al principio. Esta idea es muy buena, ya que no altera el dígito de control (el dígito número 13, resultado de un algoritmo matemático que se aplica a los 12 dígitos precedentes) dispuesto para controlar posibles errores, de manera similar a lo que hace la letra de nuestro DNI.
Este estado de cosas permite que un pequeño empresario adquiera un código de barras en el mercado libre y reciba la numeración que busca y el código de barras correspondiente a dicha numeración ya generado en archivos digitales certificados (el archivo gráfico con las barras). El problema será dar con una empresa de confianza que le garantice que lo que está comprando es auténtico y asegurarse de no estar contactando con un chiringuito de Internet atendido por nigerianos avispados que le van a vender un número cualquiera por diez Euros.
Conviene reseñar, llegados a este punto, que si nuestro empresario tomara un producto cualquiera y copiara su número para utilizarlo él en su producto, no estaría cometiendo ningún delito, ya que hemos dicho que no existe legislación alguna en ningún país del mundo que obligue a un empresario a afiliarse a una asociación privada para etiquetar su producción. Estaría cometiendo una enorme estupidez, ya que si llevara su producto a una tienda donde existiera rastro del producto original o ésta estuviera conectada a la base de datos de
GS1, la tienda le exigiría el reetiquetado del producto y las pérdidas superarían con mucho al ahorro.
En España, la empresa más introducida en la venta de códigos de barras EAN13 a particulares a pequeña escala es
La Tienda de las Barras