Don Quijote del Oeste.
El cántabro Francisco Somarriba llegó ayer a Santander después de cruzar en diligencia España de sur a norte en cuatro meses.
Francisco Somarriba consiguió ayer una «aventura» que el 3 de octubre parecía «casi imposible»: cruzar España de sur a norte, desde Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) hasta Santander, a bordo de una diligencia. Tras cuatro meses de viaje, fue recibido en el Palacio de la Magdalena por una docena de jinetes a caballo y varios ciudadanos.
Cinco yeguas han tirado durante esta odisea de 'Zíngaro', el nombre con el que Somarriba ha bautizado a su diligencia de largo recorrido, diseñada por él mismo y fabricada en Polonia. Con esta conquista, el cántabro ha pretendido reivindicar el uso de las cañadas, las veredas y los 'caminos de herradura' en la época en la que la apuesta son las grandes infraestructuras de comunicación.
En el inicio del viaje, Somarriba estuvo acompañado por un amigo, Francisco Romero, quien le dejó solo a la mitad de la travesía por motivos personales. Ayer por la mañana llegaba a Santander acompañado de su hijo, con el que ha compartido los últimos 90 kilómetros de los 1.500 que ha cubierto para cruzar España.
La «dignidad de los locos» que representa Don Quijote para este criador de caballos es lo que, un año después de la conmemoración del cuarto centenario del personaje de Cervantes, quiere también reivindicar Somarriba, que confía en que esta «hazaña» anime a otras personas a pedir lo que quieran a través de este tipo de «quijotadas».
Asegura que su triunfo en esta batalla personal para exigir que se conserven las cañadas, las veredas y los caminos por los que se viajaba siempre en España, demuestra que «todo es posible» y, por ello, insiste en animar a la gente a que luche por «sus locuras».
En este viaje, el jinete cántabro ha tenido que hacer frente con sus animales a la nieve, cuando tuvo que salvar el puerto de Navacerrada, y al tráfico de la capital española, que atravesó con su diligencia el 30 de diciembre.
Desde Trujillo (Cáceres), Somarriba ha estado solo en esta travesía, que ha conseguido realizar con un vehículo «especial, pero de gran resistencia».
En el Palacio de la Magdalena, la meta de su «largo» viaje, le esperaban algunas de las autoridades de la capital cántabra, pero lo que Somarriba quería destacar sobre todo era la presencia de varios jinetes a caballo que le acompañaron en el último tramo y las personas que le recibieron al final de esta «aventura de la locura».