Que la peli escape del emotivismo como de la peste es una de las cosas que la convierte en una de las mejores cintas bélicas que yo haya visto. Pocos directores hacen eso.
No importa en que bando están los protagonistas, no te intentan manipular con sus historias personales ni discursos de ningún tipo. La propaganda es mínima.
Lo del aviador de Tom Hardy es portentoso. Ni le vemos la cara apenas y solo tiene ocho frases o así. Y sus últimas escenas son de lo mejor de la película, con una poética casi espiritual. Como un ángel caído.
El único discurso patriótico es leído por un personaje al final de la película de un periódico. Y en el contexto de la historia, no es del todo positivo, e incluso es irónico, porque habla de volver a luchar en las playas. "We shall fight on the beaches". Regresar al infierno otra vez del que se han pasado toda la peli intentando escapar. Por eso el chaval que lo lee pone la cara que pone.