A mí salvo sus primeros diez minutos (que, por cierto, se atribuyen a
Leone) es una película que nunca me ha acabado de gustar

: y es que aunque, y como señala
Julio Alberto, el director de
¡Agáchate maldito! despreciara abierta y tajantemente el tono paródico que había ido tomando el género que él ayudó a popularizar, en sus dos incursiones exclusivamente como productor en el
spaghetti (
Mi nombre es ninguno y
El genio) lo que hace de forma totalmente inconsecuente es precisamente explotar (y de una manera no demasiado brillante, en mi opinión) esa veta humorística que habían inaugurado las películas de
Trinidad, films que te pueden gustar más o menos (a mí me encantan

) pero que son mucho más honestos en este sentido que
Mi nombre es ninguno.
En cuanto a la fallida mezcla de estilos que simboliza la adjudicación de los roles protagonistas a
Hill y
Fonda, yo creo que se acaban anulando tanto el uno al otro que al final ninguna de las dos visiones del western aquí propuestas me acaban por convencer
