Sí, sí, claro. Muchísimas críticas periodísticas de cine en los 50 y 60 son para quedarse atónito. Lo llamativo en este caso es cómo se pretende encorsetar un medio aún balbuceante en España en unas supuestas normas (rebatidas ya por la producción televisiva de otros países) y erigirse de paso en experto y celoso guardián de las esencias del medio.